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La llegada de las altas temperaturas y el cambio climático ha favorecido la expansión y el aumento de enfermedades transmitidas por insectos en la Península Ibérica y Baleares, como leishmaniosis, malaria o dirofilariosis, según informa la Sociedad Española de Parasitología.
“Como en muchas otras enfermedades, en especial las transmitidas por artrópodos, el cambio global –y no sólo el cambio climático –, podrían estar favoreciendo la expansión de enfermedades como la leishmaniosis y la aparición de brotes epidémicos”, explica un comunicado de la Sociedad Española de Parasitología.
En la actualidad la leishmaniosis está muy extendida por amplias regiones del planeta, entre las que se encuentra la cuenca mediterránea. En concreto, las prevalencias más elevadas de la leishmaniosis canina se encuentran en la mitad sur y noreste peninsular, y en Baleares.
“En nuestro entorno la leishmaniosis está producida por Leishmania infantum, un protozoo que inicialmente parasita la dermis, vísceras y membranas mucosas, y otras células de animales silvestres, fundamentalmente del perro, donde puede adquirir el carácter de enfermedad crónica en muchos de los casos”, asegura el comunicado.
No obstante, también puede infectar al ser humano, al que puede provocar leishmaniosis cutánea – la forma más leve –, o leishmaniosis visceral – la más severa, caracterizada por fiebre, malestar, pérdida de peso, anorexia o molestias en el costado izquierdo, entre otros síntomas –.
Varios equipos estudian sus consecuencias
Un equipo de científicos del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) demostró recientemente que en la región de Madrid se ha producido un importante incremento de la prevalencia de la leishmaniosis canina, además de un incremento, también significativo, de las poblaciones de los potenciales vectores de esta enfermedad.
En cuanto a Andalucía, el grupo de Leishmaniosis y otras zoonosis parasitarias, liderado por la Universidad de Granada, lleva 25 años trabajando en los diferentes aspectos epidemiológicos de diversas enfermedades parasitarias. Este grupo ha logrado aislar en el sur de España más de 160 cepas de la especie Leishmania infantum, que normalmente se hospeda en el perro.
Por su parte, el Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias trabaja desde 2009, en colaboración con otros centros españoles, en un proyecto de investigación cuyo objetivo es la creación de mapas de riesgo para las islas.
“Canarias, junto con el resto de archipiélagos de la Macaronesia, pueden encontrarse con una situación de emergencia de este tipo de enfermedades debido a la abundancia de inmigrantes procedentes de África y de emigrantes que vuelven desde América, continentes donde en los últimos años este tipo de enfermedades han emergido y reemergido intensamente”, aseguran los expertos.
En Valencia, un grupo de investigadores liderado por el profesor Màrius Vicent Fuentes i Ferrer trabaja en la creación de un Sistema de Información Geográfica (SIG) para modelizar los patrones de transmisión de la enfermedad en una zona determinada y crear un mapa de riesgo de transmisión de la enfermedad, que puede ser extrapolado desde una escala regional a una escala local.
Por último, en el Delta del Ebro se ha llevado a cabo un estudio dentro del proyecto EDEN-Malaria que pone de manifiesto que en esta zona el aumento de la temperatura y las potenciales alteraciones de un futuro cambio climático permitirían que las condiciones ecológicas del área posibilitaran la transmisión de nuevo de la malaria.
“Estos resultados no se refieren a un futuro cercano, ya que deben darse otras circunstancias como la capacidad de transmisión de la especie de mosquito Anopheles atroparvus, y la presencia de al menos una de las cuatro especies del protozoo causante de la malaria”, concluyen.
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