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Un estudio se sirve de muestras de musgo silvestre para estimar la exposición individual a metales presentes en el aire. Los resultados, publicados en la revista Environment International, mostraron que los participantes expuestos a mayores concentraciones tenían un riesgo más elevado de muerte.
Aunque se considera probado que la contaminación atmosférica –y en concreto, las partículas en suspensión– está asociada con un mayor riesgo de muerte prematura, todavía se desconoce cuáles de sus componentes son específicamente responsables de esta relación. Ahora, un estudio en el que ha participado el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por ”la Caixa”, ha utilizado muestras de musgo silvestre para estimar la exposición de las personas a metales presentes en el aire y su relación con el riesgo de mortalidad.
Este pionero trabajo ha sido publicado en la revista Environment International. La investigación contó con datos de 11.382 participantes pertenecientes a la cohorte Gazel y residentes en zonas rurales de toda Francia, a quienes se realizó seguimiento a lo largo de 20 años. Asimismo, se obtuvieron datos del programa de biovigilancia BRAMM, que recoge y analiza muestras de musgo en zonas de todo el país alejadas de los mayores núcleos industriales y de población. A través de un proceso que se lleva a cabo en laboratorio, este programa mide la presencia en el musgo de 13 metales: aluminio, arsénico, calcio, cadmio, cromo, cobre, hierro, mercurio, sodio, níquel, plomo, vanadio y zinc.
“Existen pocos estudios sobre los efectos en la salud de los metales presentes en el aire, en parte debido a la escasez de estaciones de medición de la contaminación atmosférica y a otras limitaciones de orden técnico. Pensábamos que el musgo, por su capacidad de retención de estos metales, podía constituir una herramienta útil a partir de la cual realizar una estimación de la exposición de las personas que viven en zonas rurales”, explica Bénédicte Jacquemin, investigadora de ISGlobal y del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia (INSERM) y última autora del estudio.
Los datos de geolocalización de cada muestra de musgo, junto con los resultados del análisis en laboratorio, fueron introducidos en un modelo matemático para realizar un mapa de exposición de cada participante a los metales estudiados, que se clasificaron en dos grupos, en función de si su origen se consideraba natural o antropogénico. El análisis final mostró que los participantes expuestos a mayores concentraciones atmosféricas de los metales de origen antropogénico tenían un riesgo más elevado de muerte.
En el grupo de metales considerados de origen antropogénico figuran el cadmio, el cobre, el mercurio, el plomo y el zinc. Aunque todos ellos se encuentran presentes de manera natural en la corteza terrestre, su presencia en la atmósfera se debe a actividades humanas, como la industria, el tráfico o la calefacción.
“Los metales presentes en las partículas en suspensión podrían ser componentes clave en los efectos de estas sobre la mortalidad. Es importante tener en cuenta que las personas que hemos incluido en este estudio viven en zonas alejadas de los mayores núcleos urbanos, industriales y autopistas, por lo que muy probablemente están expuestos a niveles de contaminación del aire más bajos que las que viven en entornos netamente urbanos. Esto nos da una idea de la gravedad de los efectos de la contaminación atmosférica sobre la salud, incluso a niveles de exposición relativamente bajos”, subraya Bénédicte Jacquemin.
“Por otro lado, los datos respaldan nuestra hipótesis de que la biovigilancia de musgos puede ser una buena técnica complementaria para identificar componentes tóxicos en las partículas en suspensión”, concluye la investigadora.
Referencia bibliográfica:
Emeline Lequy, Jack Siemiatycki, Sébastien Leblond, Caroline Meyer, Sergey Zhivin, Danielle Vienneau, Kees de Hoogh, Marcel Goldberg, Marie Zins, Bénédicte Jacquemin. Long-term exposure to atmospheric metals assessed by mosses and mortality in France. Environment International. 2019, August ; 129 (145-153). https://doi.org/10.1016/j.envint.2019.05.004