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Con el fin de contribuir al desarrollo del sector primario y al cuidado del medio ambiente, el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, Neiker-Tecnalia en colaboración con el Instituto Navarro de Tecnologías e Infraestructuras Agroalimentarias han analizado distintas formas de aplicación de purín en tierras de cultivo, para determinar la manera más adecuada de reducir las emisiones de amoniaco a la atmósfera.
Una investigación de Neiker-Tecnalia ha empleato diferentes métodos para ver cuál de ellos era más adecuado para reducir las emisiones de amoniaco a la atmósfera procedentes de purines de tierras agrícolas. Los tres métodos analizados fueron: la aplicación tradicional con plato o en abanico, los tubos colgantes y la inyección. Este último resultó el más respetuoso con el medio ambiente en cuanto a emisiones de amoniaco (NH3), al lograr una reducción de emisiones de NH3 del 93% con respecto al método habitual.
"La reducción de emisiones de NH3 provocadas por la aplicación de purines y estiércoles en suelos agrícolas resulta fundamental para el medio ambiente, ya que se estima que el 90% de las emisiones de NH3 de Europa procede de la agricultura. De estas emisiones, entre el 30% y 40% se produce después de las aportaciones de purines y estiércoles en campo", apunta la investigación.
El trabajo se ha realizado dentro de un proyecto más amplio denominado FER-GIR, en el marco del Programa Operativo de Cooperación Territorial España-Francia-Andorra 2007-2013 (POCTEFA), financiado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) y por los Gobiernos del País Vasco y Navarra. El estudio se ha llevado a cabo en dos ensayos en las localidades navarras de Ubago y Olite, y un tercero en Legarda (Araba). En todos los casos se trataba de campos de cereal con rastrojo y sin labrar, en los que se aportó purín de porcino mediante distinta maquinaria de distribución.
Comparar diferentes métodos
En el ensayo de campo de Ubago se comparó el método habitual con plato o en abanico –el purín se expulsa de la cisterna en un chorro que choca contra un plato, abriéndose en forma de abanico y cubriendo toda la superficie del suelo- con el método de tubos colgantes. Este último consiste en dividir el caudal de purín que sale de la cisterna y dirigirlo hasta depositarlo en el suelo, a través de una red de tubos separados unos 30 cm entre sí.
Los tubos dejan en la tierra un reguero o una línea de purín. En esta prueba se utilizó un purín muy líquido en una dosis relativamente alta, de forma que el purín se extendió uniformemente por todo el terreno, de manera muy similar al método con plato. Así pues, los técnicos no apreciaron diferencias significativas entre ambos tratamientos en lo que se refiere a emisión de amoniaco al aire.
En Olite, al igual que en Ubago, se comparó el sistema tradicional en abanico con los tubos colgantes, pero empleando una menor dosis de purín y, por tanto, consiguiendo una distribución del purín en líneas, sin llegar a cubrir toda la superficie. Al final de la prueba, los especialistas pudieron comprobar que las emisiones de amoniaco en el método con tubos colgantes fueron un 26% inferiores con respecto al método habitual con plato o en abanico. Por tanto, los investigadores recomiendan un uso correcto del sistema de tubos con el fin de evitar que el purín se expanda cubriendo toda la superficie.
El tercer ensayo, realizado en Legarda, ofreció los mejores resultados. Se comparó el método de plato con el método con inyectores. Esta forma de aplicación se llevó a cabo con una máquina que horadaba una serie de surcos de 15 cm de profundidad aproximadamente y separados 35 cm entre sí. Detrás de cada inyector se colocaba el correspondiente tubo por el que caía el purín. Al tratarse de un surco profundo, las paredes del mismo tendieron a caer y cubrir el purín. De este modo, las emisiones de amoniaco al ambiente se redujeron drásticamente en un 93% con respecto a la aplicación habitual en abanico.