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El estudio se publica en ‘Science’

La ola de calor de 2010 fue una de las más cálidas de los últimos 510 años

Un estudio internacional, con participación española, ha demostrado que la ola de calor que afectó a Europa en el verano de 2010 fue más cálida e intensa que la de 2003. La investigación señala que grandes olas de calor como la de 2010 podrían volver a ocurrir a partir de 2050 e incrementar su frecuencia hacia finales de siglo como consecuencia del calentamiento global.

Una ola de calor tan intensa como la de 2010 se podría repetir con una frecuencia de uno o dos veranos por década a partir de 2050. Foto: Antonio Martínez.

“El análisis, que se basa en proyecciones futuras de cambio climático, indica un aumento continuado en la probabilidad de que ocurran mega-olas de calor en el oeste y este de Europa a lo largo del siglo XXI”, explica a SINC David Barriopedro, uno de los autores del estudio e investigador en la Universidad de Lisboa (Portugal).

El equipo de científicos, entre los que se encuentra Ricardo Garcia-Herrera, presidente de la Agencia Española de Meteorología (AEMET), describe la situación hidrometeorológica que acompañó la ola de calor de 2010, y demuestra que esta ola, que afectó a Europa, y en especial a Rusia, fue más cálida y extensa que la de 2003.

“La diferencia entre 2003 y 2010 fue, en gran parte, debida a la intensidad, la extensión espacial y la persistencia de las altas presiones de origen subtropical”, señala Barriopedro. “El este y el oeste de Europa no han experimento una situación como la de estos años en los últimos 140 años. Además, el verano de 2010 fue muy cálido y probablemente el más caliente desde al menos el año 1500”, añade.

La probabilidad de que una ola de calor en Europa similar a la de 2010 vuelva a ocurrir es “muy pequeña hasta la mitad del siglo XXI”. Sin embargo, “el hecho de que sea una situación muy poco probable no quiere decir que no pueda suceder en breve”, apunta el investigador.

En la segunda mitad, el riesgo aumenta de manera rápida como consecuencia, sobre todo, del calentamiento global, y del aumento de la concentración de gases de efecto invernadero.

A finales del siglo XXI, una situación como la de 2003 podría repetirse una vez cada dos veranos en el oeste de Europa, mientras que una ola de calor con la intensidad de la de 2010 se podría producir con una frecuencia de uno o dos veranos por década.

Una mega-ola de calor excepcional

La ola de calor de 2010, que afectó al este de Europa y oeste de Rusia durante el verano, se caracterizó por una circulación anticiclónica muy intensa, de gran extensión y persistencia.

Su máxima intensidad se registró entre julio y principios de agosto, y las altas temperaturas aumentaron 10ºC por encima de lo normal: “En Moscú, por ejemplo, se batieron varias veces los registros de temperatura de al menos los últimos 140 años, y se estableció un nuevo récord de unos 38ºC”, manifiesta Barriopedro.

En el centro y oeste de Rusia se dieron condiciones de sequía, con déficits de precipitación acumulada desde enero de 2010, y una aceleración de la fusión de nieve. “Ambos procesos redujeron el contenido de agua del suelo, un factor potencial de amplificación de olas de calor”, subraya el experto.

Esta mega-ola de calor causó “más de 55.000 muertes en Rusia, extensos fuegos fuera de control, una pérdida en la cosecha anual de un 35%, y una caída económica total de alrededor de un 1% del producto interno bruto de Rusia”, según los autores.

¿Qué causa una ola de calor?

Los factores que originan una ola de calor varían según la región y el caso específico. En Europa, estas olas se asocian con sistemas anticiclónicos y con un aumento de las temperaturas por el calentamiento solar, así como con un trasporte de aire cálido hacia latitudes medias y altas, y un bajo sistema de altas presiones.

“Estos mecanismos hacen que las regiones que se encuentran bajo el anticiclón experimenten altas temperaturas. La intensidad y los efectos de la onda de calor se acentúan en función de la intensidad del anticiclón y de su persistencia”, explica Barriopedro.

Según el investigador, la mejor medida de prevención es la “mitigación” -el control y reducción en la emisión de gases de efecto invernadero-, aunque “no reduce a cero la probabilidad de mega-ola de calor”.

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Referencia bibliográfica:

David Barriopedro, Erich M. Fischer, Jürg Luterbacher, Ricardo M. Trigo, Ricardo García-Herrera. “The Hot Summer of 2010: Redrawing the Temperature Record Map of Europe”. Science, 17 de marzo de 2011. doi: 10.1126/science.1201224

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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