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Entre los años 1300 y 1850 se produjo la Pequeña Edad de Hielo en la península ibérica, un período frío que, sin embargo, fue muy variable, con multitud de episodios extremos que condicionaron la vida diaria de las sociedades de la época. Así lo recoge el mayor estudio climático sobre ese periodo centrado en diversas características de las montañas ibéricas, como el comportamiento de los glaciares, los sedimentos de los lagos y los anillos de los árboles.
La llamada Pequeña Edad de Hielo, el período frío más importante del hemisferio norte desde finales del siglo XIV hasta el XIX, se alargó en la península ibérica de 1300 a 1850, según revela un trabajo publicado por varias instituciones españoles en la revista Earth Science Reviews y liderado por Marc Oliva, investigador Ramón y Cajal del departamento de Geografía de la Universidad de Barcelona (UB).
Los resultados, que han permitido reconstruir el clima de la península ibérica desde el año 1300 hasta la actualidad, ponen de manifiesto la acentuada variabilidad climática durante ese periodo y evidencian la alternancia de fases frías y cálidas.
La investigación presenta la síntesis más precisa realizada hasta ahora de la evolución del clima peninsular durante los últimos 700 años para contextualizar ese periodo frío y su evolución posterior, y se basa en el análisis de diversas fuentes históricas y registros naturales en la montañas ibéricas, como el comportamiento de los glaciares, los sedimentos de los lagos y los anillos de los árboles.
Los autores se han centrado en las zonas de montaña porque son las áreas menos afectadas por la actividad humana, y han recopilado e integrado todas las evidencias que existían sobre el clima de los siglos analizados. Aunque la intensidad del frío y sus implicaciones eran conocidas en otras regiones del continente europeo, no se conocía su traslación al conjunto de la península ibérica ni cómo habían afectado a los ecosistemas naturales.
El período frío más prolongado de los últimos 10.000 años
Los resultados han permitido describir la evolución climática peninsular durante la Pequeña Edad de Hielo, "que es el periodo frío más prolongado e intenso de los últimos 10.000 años", explica Oliva. "Una de las principales novedades del estudio es demostrar la elevada variabilidad del clima durante esta fase fría con una mayor recurrencia de eventos climáticos extremos (olas de frío, nevadas, sequías, inundaciones, etc.). Se sabía que era un período más frío que el actual, pero no sabíamos que había tenido tanta variabilidad ni con tantos episodios extremos que tenían repercusiones decisivas en la vida diaria de las sociedades de la época".
Episodios de inundaciones extremas como los registrados en el levante peninsular en noviembre de 1617, o en la fachada atlántica en enero de 1626, implicaron la pérdida de cosechas, la destrucción de caminos y puentes, así como graves daños a la economía. Las recurrentes olas de frío comportaban un aumento de la mortalidad e incluso determinaron cambios en la dieta diaria de las sociedades del noroeste peninsular. Además, las bajas temperaturas a menudo iban acompañadas de nevadas que desencadenaban aludes catastróficos, como sucedió en la gran nevada de 1888 en Asturias.
Este impacto se puede apreciar especialmente a través de la gran cantidad de fondos documentales de donde se ha extraído la información climática, como por ejemplo documentación administrativa municipal, dietarios, crónicas, libros de memorias, expedientes de obras públicas, planos y mapas o informes de daños por riesgo climático.
Aumento de 1 °C por causas naturales
El estudio también ha permitido cuantificar el calentamiento climático y evaluar su magnitud durante los últimos setecientos años. "El aumento térmico desde el inicio de la actividad industrial (1850-2017) es de aproximadamente 1 °C, un aumento similar al registrado desde las fases más frías de la pequeña edad de hielo, alrededor de 1675, hasta el inicio de la era industrial. En este caso, sin embargo, el aumento se produjo de modo natural, sin injerencia antrópica, por una serie de factores relacionados con la actividad solar, las erupciones volcánicas, etc.", subraya Oliva.
Según los autores, estos resultados invitan a ser cuidadosos a la hora de relacionar de forma reduccionista cualquier fenómeno vinculado a la variabilidad climática con el concepto de cambio climático. "El clima responde a muchas variables cuyo comportamiento no se conoce bien, y el grado de incertidumbre científica se desprecia", señalan.
Desaparición de los glaciares del Pirineo por causas naturales y antrópicas
Oliva lo ejemplifica con la fusión acelerada de los glaciares de los Pirineos: "Los registros naturales nos dicen que los glaciares en los Pirineos son un fenómeno anómalo en los últimos 10.000 años, que solo se había producido en fases muy puntuales. Ha sido más habitual ver unos Pirineos sin hielo en verano que no que conserven hielo de manera permanente. Y esto ha ocurrido durante milenios en que no había afectación humana sobre el clima. Por lo tanto, la desaparición de los glaciares del Pirineo estaría ligada al calentamiento natural del final de la pequeña edad de hielo, que estaría a la vez potenciado por el calentamiento debido a los gases de efecto invernadero ligados a la actividad humana. Solo entendiendo mejor cuál es la respuesta de los ecosistemas en el pasado podemos anticipar qué puede pasar en el futuro".
En este estudio también han participado los investigadores de la UB Mariano Barriendos, del Departamento de Historia Moderna, y Antonio Gómez Ortiz, del Departamento de Geografía, así como expertos del Servicio Meteorológico de Cataluña, el Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (ICTJA-CSIC), el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), la Universidad de Oviedo, el Museo Nacional de Ciencias Naturales, la Universidad de Zaragoza, la Universidad de Lisboa, la Universidad de Santiago de Compostela, la Universidad de Granada, la Universidad de Valladolid y el Instituto de Historia del CSIC.
1300-1480: enfriamiento creciente con oscilaciones climáticas moderadas
1480-1570: condiciones relativamente más cálidas
1570-1620: enfriamiento gradual
1620-1715: período climático más frío de la Pequeña Edad de Hielo, particularmente durante el mínimo de Maunder, con temperaturas aproximadamente 2 °C por debajo de las actuales
1715-1760: temperaturas más cálidas y una baja frecuencia de eventos extremos
1760-1800: empeoramiento climático, con episodios más extremos (olas de frío y calor, inundaciones y sequías)
1800-1850: condiciones climáticas altamente variables que se alternan con periodos estables (1800-1815), con eventos extremos (1815-1835) y una leve tendencia al calentamiento asociada con eventos hidrometeorológicos intensos (1835-1850)
Desde 1850: aumento escalonado gradual de la temperatura de aproximadamente 1 °C
Referencia bibliográfica:
Oliva; M.; Ruiz-Fernández, J.; Barriendos, M.; Benito, G.; Cuadrat, J. M.; García-Ruiz, J. M.; Giralt, S.; Gómez-Ortiz; A.; Hernández, A.; López-Costas, O.; López-Moreno, J. I.; López-Sáez, J. A.; Martínez-Cortizas, A.; Moreno, A.; Prohom, M.; Saz, M. A.; Serrano, E.; Tejedor, E., Trigo, R., Valero-Garcés, B. y Vicente-Serrano, S. "The little ice age in Iberian mountains". Earth Science Reviews, 177: 175-208, 2018.