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Las marcas observadas en los restos fósiles pueden ser de origen humano o animal. Un experimento realizado por el IPHES ha permitido demostrar que las marcas halladas en huesos de conejos en yacimientos arqueológicos son obra de crías de lince ibérico, que modifican los restos de la misma manera que sus progenitores. Los resultados arrojan luz sobre los comportamientos de los linces durante la prehistoria.
Como si se tratara de esclarecer los protagonistas de un crimen y el entorno en el que se ha producido, averiguar cómo se acumulan los restos que forman un yacimiento arqueológico, qué modificaciones y alteraciones han sufrido desde que se abandonaron y qué agentes han intervenido, es clave para entender el contexto paleoecológico en el que se ha desarrollado la evolución humana a lo largo del tiempo. La tafonomía es la ciencia que se ocupa de ello.
Sin embargo, en algunas ocasiones identificar a los protagonistas no es tarea fácil. Por este motivo, estudiar las marcas y costumbres que los autores dejan en los restos fósiles permite discriminar mejor si una acumulación de huesos es de origen antrópico o animal.
Hasta ahora, se sabía que los linces ibéricos adultos (Lynx pardinus) eran grandes modificadores de huesos de conejo. El estudio, publicado ahora en Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, demuestra que sus crías –cuando están en sus cubiles o cerca de ellos– modifican los restos de la misma forma que sus progenitores, aunque dejan mordeduras sobre los huesos distintas.
"En trabajos anteriores habíamos estudiado restos de conejos modificados por linces adultos y ahora nuestra hipótesis de partida era que las crías podrían generar modificaciones diferentes a los adultos", informa Antonio Rodríguez-Hidalgo, autor principal del estudio e investigador del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES).
Cuando las hembras están criando a sus cachorros, los ocultan en cubiles (en troncos de árboles o cuevas) para protegerlos de los depredadores. Además, la madre transporta los conejos cazados hacia el cubil, donde los pequeños están seguros.
El nuevo estudio, realizado en colaboración con la Estación Biológica de Doñana (CSIC), demuestra que en este contexto, los linces pueden ser grandes acumuladores y modificadores de restos y, por lo tanto, "agentes tafonómicos que pueden generar un impacto reconocible en los yacimientos", puntualiza Rodríguez-Hidalgo.
Según los autores del trabajo, este nuevo dato aumenta el conocimiento sobre el lince ibérico como agente tafonómico y sirve para profundizar en la variabilidad de su comportamiento.
Lo que hacían los linces prehistóricos
El estudio tiene su base conceptual en el actualismo: se considera que las modificaciones generadas por los linces en la actualidad son muy similares o iguales a las que hacían los linces en la prehistoria. Siguiendo este principio, se utilizan los datos obtenidos experimentalmente para establecer analogías con la información extraída del registro arqueopaleontológico.
Los investigadores efectuaron un estudio tafonómico de los restos de conejos consumidos por una hembra de lince ibérico y sus cachorros durante el periodo de cría, en el centro de reproducción en cautividad de Granadilla, en Zarza de Granadilla (Cáceres), –uno de los cuatro de España incluidos en el programa Lynxexsitu, que tiene como fin la conservación de dicho animal–.
"Con esta información ampliamos el marco de referencia sobre cómo los linces modifican los huesos de sus presas, y por lo tanto, aumentamos el conocimiento de la señal tafonómica del lince. A su vez, obtenemos datos empíricos para reconocer la participación del lince en las acumulaciones de fósiles", explica el arqueólogo.
En estos momentos los investigadores trabajan de forma experimental con modificaciones realizadas por los linces sobre otras presas como aves. Esta investigación se presentó en el último congreso de la Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas (UISPP), celebrado en Burgos el pasado septiembre.
"En dicho análisis aplicamos los resultados obtenidos a dos yacimientos arqueológicos: La Cueva de Maltravieso (Cáceres) y la Cova Foradada (Calafell, Tarragona)", indica el científico.
Referencia bibliográfica:
Rodríguez-Hidalgo, A., Saladié, P., Marín, J., and Canals, A. "Expansion of the Referential Framework for the Rabbit Fossil Accumulations Generated by Iberian Lynx", Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, 418 (2015), 1-11. doi:10.1016/j.palaeo.2014.11.010