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Un índice, basado en la diversidad y abundancia de rasgos de las especies para responder ante amenazas, permite medir la capacidad de un bosque para hacer frente a perturbaciones naturales, ya sean incendios, sequías o derribos por viento. Al aplicarlo en los distintos tipos de bosques de la península ibérica, los científicos observaron que los bosques mixtos y los formados por especies no nativas resisten mejor que otras formaciones forestales.
El Índice de Persistencia desarrollado por científicos del Centro Tecnológico Forestal de Cataluña (CTFC) se basa en la presencia de determinadas características, los llamados “rasgos de respuesta”, que ayudan a las especies a resistir o recuperarse tras una perturbación. Una buena capacidad de rebrotar, una corteza gruesa o unas raíces profundas son claves para que un bosque resista y se recupere después de una perturbación.
Este estudio, publicado en Ecological Indicators y en el que también han participado miembros del CREAF, no solo ayuda a comprender mejor la respuesta de los ecosistemas, sino que puede llegar a ser una herramienta muy útil para la toma de decisiones en la gestión forestal, más aún en un contexto de cambio climático.
Para evaluar el índice en un conjunto de datos reales, el grupo de investigación lo calculó para los bosques de la península ibérica y de las Islas Baleares, a partir de los datos del Tercer Inventario Forestal Nacional. Los autores observaron que la capacidad de persistencia de los bosques ibéricos varía en función de las diferentes formaciones forestales.
Los bosques formados por especies no nativas, como las plantaciones de eucalipto, mostraron un índice muy alto –por tanto, mayor resistencia y capacidad de recuperación– en comparación con otros bosques, especialmente los de coníferas. Los bosques mixtos también presentaron valores del índice bastante altos, ya que una mayor riqueza de especies se relaciona con una mayor variedad de rasgos de respuesta.
Sin embargo, de acuerdo con la autora principal del artículo, Martina Sánchez-Pinillos, “existe un umbral a partir del cual añadir más especies no implica una gran diferencia en el número de rasgos, y la capacidad de respuesta acaba saturándose”.
Calculado en sucesivos inventarios forestales, el Índice de Persistencia puede servir para valorar la gestión que se ha llevado a cabo en el pasado, ya que informaría sobre el cambio en la capacidad de resistencia y de recuperación de los bosques a lo largo del tiempo. De igual forma, también se podría utilizar para evaluar las consecuencias que las estrategias de gestión actuales tendrían en un futuro.
Flexible y adaptable a cualquier comunidad natural
El índice puede aplicarse tanto a bosques como a cualquier otro tipo de comunidad natural, por ejemplo, una de peces afectada por los contaminantes disueltos en el agua. Además de ser fácil de calcular, presenta una gran flexibilidad, ya que permite definir las estrategias de respuesta en función de la perturbación que se considere.
De esta manera, se puede utilizar para comparar la capacidad de persistencia de los bosques del sur de Europa, cuyas amenazas más importantes son la sequía y el fuego, con los del centro de Europa, amenazados principalmente por vientos de gran intensidad.
Para tener una idea más precisa de la vulnerabilidad de los bosques, la información que el índice proporciona puede combinarse con otro tipo de fuentes, medioambientales y de gestión, como por ejemplo la estructura del bosque, el tamaño de los árboles o la acumulación de biomasa en el sotobosque.
Además, según los autores, futuras investigaciones deberían ir dirigidas a encontrar, para cada tipo de comunidad, el mínimo valor del índice que garantice una capacidad de persistencia suficiente frente a las perturbaciones que las amenazan.