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El Gobierno británico anunció la detección de este nuevo linaje el 14 de diciembre, alertando de que posee “un número inesperadamente alto de cambios genéticos”. Sin embargo, no hay evidencias que sugieran que esta nueva variante provoque más mortalidad o que interfiera con vacunas y tratamientos.
La aparición de una variante del nuevo coronavirus en Reino Unido “requiere una mayor vigilancia genómica de manera urgente en todo el mundo”, alertó el pasado sábado en un informe el equipo responsable de vigilar la evolución del SARS-CoV-2 en el Reino Unido, el COVID-19 Genomics Consortium UK. Lo que ha encendido las alarmas es la rápida difusión del nuevo linaje y el hecho de que posee “un número inesperadamente alto de cambios genéticos”, muchos de ellos en la proteína que permite la entrada del virus en las células humanas.
El nuevo linaje, llamado B.1.1.7, apareció por primera vez en una muestra del condado de Kent el 20 de septiembre, y “se ha estado extendiendo rápidamente durante las pasadas cuatro semanas” por todo el país, indican los expertos. También hay casos conocidos en Dinamarca, Holanda y Australia.
Pero la genetista del University College Londres, Lucy van Dorp, señala en The Conversation que estos países tienen potentes sistemas de vigilancia genómica y por eso podrían estar detectando antes la nueva variante, “que podría estar en otros sitios”. En cualquier caso una decena de países europeos han suspendido ya vuelos con el Reino Unido.
No se ha constatado por ahora que la infección con la nueva variante provoque una enfermedad más grave.
El Gobierno británico anunció su detección el 14 de diciembre. Las autoridades británicas afirmaron en un comunicado el pasado viernes que “no hay evidencias que sugieran que la nueva variante provoque más mortalidad o que interfiera con vacunas y tratamientos, aunque se está trabajando de manera urgente para aclararlo”.
Reino Unido ha informado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) formalmente acerca de la peligrosidad de B.1.1.7 –también llamada VUI-202012/01, que quiere decir ‘primera variante investigada en diciembre de 2020’–. Según declaraciones del primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, recogidas en medios británicos y en la crónica de Science, la nueva variante podría aumentar la transmisibilidad del virus hasta en un 70 %.
Pero esto no se está confirmado. Fernando González Candelas, de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO) concede que la nueva variante “parece” más transmisible.
Sin embargo, las alarmas lanzadas antes con otras variantes, una de ellas presumiblemente originada en España, han resultado prematuras.
Los virólogos Christian Drosten, del Charité University Hospital en Berlín, y Angela Rasmussen, de Georgetown University (EE UU), explican en Science que la expansión de B.1.1.7 podría ser casualidad, como ya se ha visto que ocurrió con la rápida difusión de la variante detectada inicialmente en España.
Hoy se da por hecho que esa variante se expandió más no porque fuera intrínsecamente más contagiosa, sino simplemente por los turistas. También se dijo que esta variante era más letal, pero Emma Hodcroft, de la Universidad de Basilea y una de las expertas que la analizó, dice ahora en la revista que fue una mala estimación, por un sesgo en los datos: “Es un recordatorio de que debemos ser muy cuidadosos con los datos iniciales”.
La alerta acerca de B.1.1.7 se sustenta, además de sobre su rápida difusión, sobre el hecho de que ha mutado mucho de una tacada –en concreto, 17 mutaciones, mucho más de lo visto hasta ahora, que podrían haber aparecido en un único paciente–.
En particular tres de estas mutaciones llaman la atención porque en otras variantes han sido asociadas a más transmisibilidad o con la capacidad del virus para burlar el sistema inmunitario humano.