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Investigadores del Departamento de Ciencias Agrarias y del Medio Natural de la Universitat Jaume I (UJI) han estudiado la capacidad de distintos genotipos de cítricos para capear los estragos producidos por los altos niveles de salinidad en el agua de riego. El objetivo es encontrar los más resistentes y descubrir los mecanismos que emplean para lograrlo.
Investigadores del Departamento de Ciencias Agrarias y del Medio Natural de la Universitat Jaume I (UJI) han estudiado la capacidad de distintos genotipos de cítricos para capear los estragos producidos por los altos niveles de salinidad en el agua de riego. El objetivo es encontrar los más resistentes y descubrir los mecanismos que emplean para lograrlo.
Los científicos del grupo de investigación Ecofisiología agrícola investigaron los efectos del estrés salino sobre la estabilidad de la maquinaria fotosintética de diferentes genotipos de cítricos con mayor o menor tolerancia a los ambientes salinos: citrumelo Swingle, citrange Carrizo, citrange C35, mandarino Cleopatra y Forner-Alcaide nº 5 (FA5). Bajo idénticas condiciones de estrés salino, los parámetros fluorescentes de la clorofila indicaron daños graves en la actividad fotosintética de los portainjertos más sensibles a la salinidad como el citrumelo y los citranges, mientras que el mandarino Cleopatra y el (FA5) resultaron menos afectados.
«Si definimos la tolerancia a la salinidad como la ausencia de síntomas tóxicos en las hojas y la subsiguiente muerte de la planta, los datos de esta investigación indican que FA5 es el genotipo que mejor tolera la salinidad de los cinco estudiados», explican los científicos en un artículo publicado en la revista Environmental and Experimental Botany.
«El citrumelo Swingle fue el genotipo cítrico más sensible al estrés salino seguido de los citranges Carrizo y C35, que mostraron una tolerancia de baja a moderada, y el mandarino Cleopatra con una tolerancia de moderada a alta», señalan los autores.
La salinidad es uno de los factores que más afectan a la actividad de las plantas de cultivo. Sus efectos se traducen en una fuerte reducción del crecimiento del árbol y de su producción y, si las condiciones de salinidad persisten, en su muerte. La limitación del crecimiento se debe en primer lugar a un efecto osmótico fruto de la acumulación de sales en el exterior de las raíces, mientras que la acumulación de iones salinos tóxicos en el interior de los tejidos de la planta provoca un daño progresivo en numerosos procesos fisiológicos.
En cítricos, los efectos de la salinidad están asociados a la acumulación de iones de cloruro en los tejidos. El cloruro acumulado en las hojas causa una ralentización progresiva del crecimiento de la planta y una reducción en la actividad fotosintética y de transpiración. La tolerancia de los portainjertos cítricos a la salinidad se ha relacionado con la habilidad para restringir o, al menos, reducir la acumulación de iones de cloruro en los brotes.
«Nuestros datos indican que ésta podría ser una explicación plausible cuando se compara la tolerancia al estrés salino en los cinco genotipos estudiados en los que la diferencia de tolerancia está relacionada con la acumulación de iones de cloruro en las hojas», explican los investigadores. Sin embargo, a la luz de los resultados de los experimentos, admiten que deben existir otros mecanismos, a parte de la exclusión del cloruro, que proporcionen a algunas plantas una mayor capacidad para sortear los efectos del estrés salino, como podría ser la «compartimentación celular o el incremento de la habilidad para la limpieza de radicales de oxígeno».
La investigación, en la que han participado los profesores de la UJI Aurelio Gómez, María F. López, Vicent Arbona y Rosa M. Pérez, continuará con la búsqueda de patrones tolerantes al estrés salino a través de un proceso de mutagénesis y selección de nuevos genotipos.