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Investigadores españoles han descrito las bases de un nuevo modelo que optimiza la prescripción de suplementación hormonal anabólica. Los expertos han dado los primeros pasos para diseñar un método clínico que valore qué pacientes podrían beneficiarse de esta suplementación y cuáles podrían salir más perjudicados. Los resultados revelan que esta medicación podría ser una buena forma de frenar el efecto negativo del envejecimiento.
Un nuevo estudio, en el que participa la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), ha demostrado el papel que desempeña la función muscular en la relación entre el estado hormonal y la hospitalización y el riesgo de mortalidad.
Como resultado de la investigación –Estudio Toledo de Envejecimiento Saludable– se ha diseñado un método clínico que permite clasificar a los pacientes que pueden recibir terapia hormonal de forma segura para paliar los efectos negativos del envejecimiento.
El envejecimiento es un proceso inevitable que conlleva una serie de consecuencias que alteran nuestro estado de salud de forma negativa. Estos cambios en el organismo se producen en los diferentes órganos y sistemas, y también a nivel hormonal.
A medida que nuestro organismo envejece, las concentraciones de hormonas anabólicas tienden a disminuir. Estas hormonas transmiten mensajes a todo el organismo con el objetivo de generar nuevas biomoléculas, es decir, se asocian con el crecimiento de diversos tejidos y órganos, incluido el músculo esquelético.
Por tanto, no es de extrañar que esta reducción en la concentración hormonal provoque una atrofia muscular progresiva debido a que no hay suficiente regeneración de tejido muscular. Si a esto se le añade que con la edad tendemos a acumular más masa grasa, tendremos personas con disfuncionalidad física, reducción de movilidad y, por tanto, mayor dependencia y mortalidad.
Por este motivo, la suplementación hormonal podría ser una buena forma de frenar en cierta medida este efecto negativo del envejecimiento. Sin embargo, se debe tener cuidado con este tipo de suplementación, ya que tiene efectos adversos peligrosos, como por ejemplo, una mayor prevalencia de eventos cardiovasculares.
Pacientes beneficiados
Los científicos participantes han dado los primeros pasos para diseñar un método clínico que valore qué pacientes podrían beneficiarse de esta suplementación y cuáles podrían salir más perjudicados.
“Lo innovador de este modelo es que, a diferencia de lo habitual, no se tiene en cuenta solo la concentración de las hormonas anabólicas en el organismo, sino que relaciona estas concentraciones con la fuerza muscular que presenta el sujeto” afirma la autora principal de este estudio, Amelia Guadalupe-Grau, profesora en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF) de la UPM.
En el trabajo se ha visto que la función muscular ayuda a entender mejor la relación entre los niveles de hormonas anabólicas y los eventos de salud, de cara a poder seleccionar de una forma más específica a las personas que potencialmente deberían recibir terapia hormonal, y cuáles por el contrario podrían beneficiarse en mayor medida de un programa de ejercicio físico.
Los investigadores observaron que el riesgo de mortalidad y hospitalización se relaciona íntimamente con el equilibrio en el ratio de hormonas/fuerza muscular total. Cuando este ratio se ve desequilibrado, principalmente por una concentración hormonal elevada para valores medios o bajos de fuerza muscular o bien cuando se observan niveles de fuerza por debajo de los niveles hormonales, incurriríamos en una situación de desregulación hormonal.
Al menos parte de esta desregulación se cree que puede ser debida a que los receptores de estas hormonas no funcionan correctamente y, por tanto, la atrofia muscular no se produce por falta de hormonas anabólicas sino porque los órganos diana de estas hormonas no pueden captarlas adecuadamente, luego no llega la señal.
“Cuando se suplementa con hormonas se debe andar con pies de plomo. Es muy importante que la dosis no sea ni muy pequeña ni excesiva. Cuando la dosis es demasiado pequeña, no provoca ningún efecto; sin embargo, si la dosis excede los valores adecuados, los efectos adversos como los eventos cardiovasculares son mucho más comunes”, aclara Guadalupe-Grau. Por lo tanto, gracias a este nuevo método se puede prescribir el tratamiento hormonal de una forma más segura para el paciente.
Según el estudio, publicado en la revista de la asociación profesional de directores médicos americanos (JAMDA), la suplementación no será conveniente cuando los pacientes tengan una desregulación hormonal provocada por un fallo en los receptores hormonales (medido indirectamente a través de la fuerza muscular).
En este caso, lo más recomendable sería recetar ejercicio físico. Sin embargo, cuando el ratio de hormonas/fuerza muscular sea igual a 1 pero los niveles hormonales sean muy bajos es cuando se debería plantear la suplementación.
Referencia bibliográfica:
Guadalupe-Grau, A.; Carnicero, J.A.; Losa-Reyna, J.; Tresguerres, J.; Gómez-Cabrera, M.C.; Castillo, C.; Alfaro-Acha, A.; Rosado-Artalejo, C.; Rodríguez-Mañas, L.; García-García, F.J. Endocrinology of Aging From a Muscle Function Point of View: Results From the Toledo Study for Healthy Aging. Journal of the American Medical Directors Association 18(3): 234-239. DOI: 10.1016/j.jamda.2016.09.005. Mar 2017.