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El impacto de meteoritos en nuestro satélite ha propiciado la formación de un material vidrioso que, bajo los efectos del viento solar, es capaz de almacenar hasta 2,7 × 1014 kg de agua en todo el suelo lunar. Así lo aseguran científicos chinos tras analizar las muestras recogidas por su nave Chang'e 5.
Aunque antiguamente se pensaba que la Luna estaba seca, las muestras recogidas por las misiones Apolo en los años 70 ya revelaron la existencia de agua atrapada en minerales del interior lunar. Los orbitadores también la han detectado en toda la superficie lunar, especialmente en los polos.
Los científicos consideraban que la interacción del viento solar con los materiales del suelo de nuestro satélite podría producir agua y mantener allí un ciclo de este elemento. Sin embargo, no se había identificado una reserva acuosa en la superficie lunar. Ahora un equipo internacional liderado desde China cree que la ha encontrado, según publican en la revista Nature Geoscience.
Se trata de las ‘bolitas’ de vidrio de impacto (IGB, por sus siglas en inglés), formadas por el enfriamiento de material fundido expulsado tras el constante bombardeo de asteroides que, en forma de meteoritos, caen en la Luna. Este material granular está esparcido por toda su superficie y puede almacenar cantidades sustanciales de agua por los efectos del vientos solar.
El investigador Huicun He de la Academia China de Ciencias, junto a otros colegas de su país y Reino Unido, ha analizado el contenido de agua de estas IGB gracias a las muestras del suelo lunar que recogió la nave Chang'e 5. Esta sonda alunizó en diciembre de 2020 y ese mismo mes trajo el material recogido a la Tierra para su análisis.
Tras medir la abundancia, la composición isotópica del hidrógeno y las variaciones entre el núcleo y el borde del agua en las IGB, los resultados revelan que el agua que almacenan concuerda con un origen en el viento solar. Aparece, por ejemplo, la firma característica de un isótopo de hidrogeno con carga positiva (H+).
Además, la distribución del agua en ‘bolitas’ individuales indica que el H20 puede acumularse rápidamente en ellas por difusión, en escalas de tiempo de solo unos pocos años, y ser liberada rápidamente. Los autores sugieren que esto presenta un mecanismo de recarga eficiente para impulsar un ciclo activo del agua en la superficie de la Luna.
“Las IGB conservan firmas de hidratación y muestran abundancia de agua coherentes con la difusión hacia el interior de agua derivada del viento solar”, apuntan Huicun He y sus colegas. “La modelización de la difusión estima tiempos de difusión inferiores a 15 años a una temperatura de 360 K (86,85 °C). Estos cortos tiempos de difusión sugieren un mecanismo eficaz de recarga de agua que podría sostener el ciclo del agua en la superficie lunar”.
Los investigadores apuntan en su estudio: "Estimamos que la cantidad de agua albergada en estas bolitas de vidrio de impacto en los suelos lunares puede alcanzar los 2,7 × 1014 kg. Nuestras mediciones directas de este reservorio superficial de agua lunar muestran que las IGB pueden almacenar cantidades sustanciales de agua derivada del viento solar en la Luna".
Los autores destacan que el agua atrapada en estas 'perlas' de vidrio de impacto podría representar un recurso hídrico potencial para la futura exploración de la Luna, ya que, según ellos, es relativamente fácil de extraer. También concluyen que este tipo de material vidrioso puede albergar depósitos de agua parecidos en otros cuerpos sin aire del sistema solar o más allá.
Referencias:
Hejiu Hui et al. “A solar wind-derived water reservoir on the Moon hosted by impact glass beads”. Nature Geoscience, 2023.