Un equipo científico de la Estación Biológica de Doñana se centra en comprender cómo el cambio global afecta a la estructura y composición de comunidades ecológicas, especialmente formadas por plantas y polinizadores. Con el objetivo de concienciar sobre la importancia de las abejas y otros polinizadores para la biodiversidad, la seguridad alimentaria y el medio ambiente, cada 20 de mayo se celebra el Día Mundial de las Abejas.
Cuando se habla de abejas —o incluso de polinizadores en general—, suele venirnos a la mente una única especie: la abeja de la miel (Apis mellifera), usada en la apicultura y ampliamente conocida por su papel en la producción de miel y por su compleja organización social en colmenas formadas por una reina y sus obreras. No obstante, esta especie representa solo una diminuta fracción de una realidad mucho más diversa.
De hecho, en la actualidad hay descritas no una ni dos, sino más de 22.000 especies de abejas en todo el mundo, de las cuales unas 1.100 habitan en España. A diferencia de su pariente doméstica, la mayoría son solitarias: no forman colmenas, no producen miel y resultan grandes desconocidas para la sociedad.
Ante esta diversidad poco conocida y frente a las múltiples amenazas que enfrentan los polinizadores, resulta clave comprender su papel ecológico y los factores que los ponen en riesgo. En esta línea trabaja un equipo científico de la Estación Biológica de Doñana, liderado por el investigador Ignasi Bartomeus y especializado en ecología de comunidades. Este grupo se dedica a estudiar cómo interactúan las plantas y sus polinizadores, y cómo elementos como el cambio global pueden afectar a la estructura y el funcionamiento de estas comunidades.
Los polinizadores, en general, son esenciales para la supervivencia de los ecosistemas, ya que permiten la reproducción de las plantas mediante la producción de frutos y semillas. Pero su importancia va aún más allá. También son indispensables para algo que nos afecta directamente: la producción de alimentos.
Organizaciones internacionales como el IPBES destacan que el 75 % de los cultivos que se consumen, desde cítricos hasta manzanas, dependen de los insectos polinizadores para poder producir esos frutos que llegan a nuestras mesas. Y no se trata solo de la abeja de la miel. También participan en esta labor muchas otras especies de abejas silvestres, así como otros grupos como mariposas, moscas y escarabajos. De hecho, en un estudio publicado en 2024 por la Estación Biológica de Doñana y centros de investigación de Estados Unidos y Argentina se confirmó que los insectos silvestres son igual de importantes para la producción de alimentos que la abeja de la miel.
Ante esta realidad, surge una pregunta inevitable: ¿Qué consecuencias puede tener la pérdida de biodiversidad de polinizadores? Más recientemente, investigadoras del Basque Centre for Climate Change (BC3) en Bilbao y de la Estación Biológica de Doñana, analizaron cómo podía afectar esta pérdida paulatina no solo a los cultivos sino también a plantas silvestres.
Demostramos con este trabajo, la importancia de conservar la biodiversidad y la urgencia por mitigar los efectos de factores como el cambio climático en la desaparición de especies
“A escala mundial, hemos visto como una pérdida progresiva de insectos polinizadores silvestres tiene un impacto negativo mayor en la reproducción de las plantas que la reducción de polinizadores domesticados como la abeja de la miel” menciona la investigadora predoctoral Maddi Artamendi del BC3 en su último trabajo. “Demostramos con este trabajo, la importancia de conservar la biodiversidad y la urgencia por mitigar los efectos de factores como el cambio climático en la desaparición de especies”. Por este motivo, resulta fundamental estudiar la diversidad de polinizadores existentes y conocer su estado de conservación.
En este contexto, la Estación Biológica de Doñana ha sido pionera en España en establecer un seguimiento a largo plazo de las poblaciones de abejas silvestres y de su relación con las plantas. Con más de diez años de muestreo continuo en el Espacio Natural de Doñana, estos trabajos permiten conocer el estado de conservación de las poblaciones de polinizadores y estudiar si estos insectos tan valiosos se están viendo amenazados por el cambio climático o la destrucción del hábitat.
“En los últimos once años hemos observado un descenso de las poblaciones de abejas silvestres, sobre todo en los últimos dos años” comenta Francisco P. Molina, entomólogo y responsable de este seguimiento desde su inicio. “Factores como la sequía, las temperaturas extremas o incluso las inundaciones por las lluvias podrían estar detrás de este declive, aunque todavía desconocemos cuáles de estas condiciones ambientales son las que más les afectan”.
Factores como la sequía, las temperaturas extremas o incluso las inundaciones por las lluvias podrían estar detrás de este declive
Además, estos factores ambientales no solo amenazan la supervivencia directa de los insectos, sino también su coordinación temporal con las plantas que visitan. Las abejas silvestres viven de una a tres semanas de media y aparecen solo una vez al año. En cuanto acaban su ciclo (los machos copulan con las hembras y las hembras ponen los huevos) los adultos mueren y ya no vuelven a aparecer más adultos hasta el año siguiente. Para ellas, coordinarse temporalmente con las plantas que visitan es crucial para tener alimento y poder dejar descendencia.
En un estudio actualmente en revisión, basado en esta serie temporal de datos de Doñana, la investigadora predoctoral Nerea Montes Pérez ha observado cómo la coordinación temporal entre plantas y polinizadores ha ido cambiando ligeramente a lo largo del tiempo. En este sentido, ha visto que la temperatura máxima o la precipitación durante el invierno son factores clave que marcan el inicio del ciclo de vida de las abejas y la floración de las plantas. “Estos resultados sientan una base sobre lo que podemos esperar si el cambio climático sigue agravándose”, comenta la investigadora.
Frente a estos desafíos, también empiezan a surgir respuestas a escala internacional. A nivel europeo, se están empezando a dar los primeros pasos para implementar un seguimiento de este tipo en todos los países de la Unión Europea. El lanzamiento reciente de un proyecto piloto de un Marco Europeo de Monitoreo de Polinizadores busca evaluar la abundancia y presencia de especies de de abejas silvestres y otros insectos polinizadores en toda Europa. Este tipo de datos es esencial para diseñar políticas públicas de conservación y otras acciones encaminadas a la preservación de la biodiversidad de polinizadores.
Además, se ha incrementado la financiación destinada a proyectos de estudio, conservación y protección de la biodiversidad de polinizadores, tanto en entornos naturales como en áreas agrícolas y urbanas.
Me parece clave sensibilizar y hacer el esfuerzo de compartir las investigaciones que hacemos, ya que la conservación de las especies y de los espacios naturales es responsabilidad de todas
Pero no basta con investigar: también es esencial compartir el conocimiento generado con la sociedad. La concienciación pública sobre la biodiversidad y el papel de los polinizadores es cada vez más urgente, y son numerosas las iniciativas que promueven contenidos accesibles para todos los públicos. Desde materiales educativos como guías de campo para identificar especies, hasta actividades de ciencia ciudadana como los Bioblitz, o recursos audiovisuales, estas acciones contribuyen a acercar la ciencia de la polinización a un público más amplio.
“Me parece clave sensibilizar y hacer el esfuerzo de compartir las investigaciones que hacemos, ya que la conservación de las especies y de los espacios naturales es responsabilidad de todas”, afirma Montes. Una de las últimas iniciativas en las que ha participado es el concurso Yo investigo. Yo soy CSIC. En su vídeo “Polinder”, la investigadora explica de forma divulgativa cómo se relacionan plantas y polinizadores incluso con alguna que otra analogía moderna. “Iniciativas como esta nos ayudan, desde el inicio de la carrera científica, a desarrollar esa capacidad de transmitir ciencia de forma cercana”, concluye.
La conservación de las abejas silvestres y los insectos polinizadores es uno de los grandes retos ecológicos en la actualidad. La función que desempeñan es clave para la reproducción de plantas, el mantenimiento de los ecosistemas y la producción de alimentos, aunque a menudo sean ignorados por la sociedad.
En un contexto de cambio climático y pérdida de hábitats, es cada vez más urgente reforzar la investigación, mejorar la gestión ambiental y fomentar una mayor conciencia social sobre la importancia de estos insectos polinizadores. Conocer a las abejas silvestres, estudiar sus patrones, visibilizar sus historias y compartir este conocimiento son pasos necesarios para garantizar su conservación.