Cuando una etiqueta no es suficiente para expresar la sexualidad y el deseo

Las categorías ‘hombres que tienen sexo con hombres’ o ‘mujeres que tienen sexo con mujeres’ se emplean en los estudios sobre salud para referirse a personas LGTBIQ+. Ambas etiquetas nacieron con el propósito de ser objetivas, pero ya no reflejan la identidad ni la fluidez sexual de este colectivo tan diverso. 

Cuando una etiqueta no es suficiente para expresar la sexualidad y el deseo
Las etiquetas ‘Hombres que tienen sexo con hombres’ (HSH) o ‘Mujeres que tienen sexo con mujeres’ (MSM) se emplean en la investigación médica y científica. Freepik

Las etiquetas ‘Hombres que tienen sexo con hombres’ (HSH) o ‘Mujeres que tienen sexo con mujeres’ (MSM) se emplean en la investigación médica y científica para referirse a personas del colectivo LGTBIQ+. 

Sin embargo, el hecho de nombrar la sexualidad desde una organización externa, impide observar la complejidad  de las identidades sexuales y de género que existen hoy en día, según expresa el profesor e investigador de la universidad Stony Brook of Social Welfare de Nueva York (EE UU) Miguel Muñoz- Laboy, en una entrevista con SINC. 

Categorías como HSH o MSM nacieron con el propósito de movilizar recursos a personas LGTBIQ+ durante la epidemia del VIH. Pero, ahora, se usan como “armamento” contra este mismo colectivo en el ámbito científico, según relata el experto.

El hecho de nombrar la sexualidad desde una organización externa impide observar la complejidad real de las identidades sexuales y de género que existen hoy en día

Un ejemplo reciente fue el de la viruela m (también llamada mpox) que afectó principalmente a hombres gays y bisexuales. La forma que tenían los estudios de identificar las prácticas sexuales de estas minorías fue mediante el empleo de estas nomenclaturas. Aunque, hoy en día, Laboy considera que son bastante limitadas

“Si identificamos a una persona como una conducta, entonces no le damos la oportunidad de entender más allá de su contexto y su historia”, cuenta el profesor. De alguna forma la investigación científica se ha olvidado de que estas personas también “tienen la capacidad de amar y de querer”, sostiene. 

Un mecanismo de control

En un artículo suyo, publicado en la revista Sexualities, afirma que son nombres con los que no se sienten identificados, y que imponerlos en los discursos médicos reduce la prevención en determinadas epidemias.

Asimismo, recalca que hay otros grupos sociales, como la comunidad latina, que no se sienten incluidos en clasificaciones como HSH o MSM. 

Estas etiquetas son herramientas de control por parte de las instituciones y que no intentan ser respetuosas con las diferentes minorías y colectivos

En este sentido, el sociólogo explica que son herramientas de control por parte de las instituciones y que no intentan ser respetuosas con las diferentes minorías y colectivos. “La salud pública sirve para garantizar la estabilidad de la nación y del Estado”, argumenta Laboy. “No nace necesariamente para el pueblo, y es vulnerable a la agenda política de nuestros líderes”, añade.

Deshumanización

Por su parte, el investigador en políticas públicas de la Universidad de California en Los Ángeles (EE UU) Ilan Meyer, considera que estas etiquetas son deshumanizantes porque no abordan otras cuestiones más complejas de la sexualidad. 

“Cuando se usa HSH, existe una desconexión con la comunidad, la cultura y la historia”, dice a SINC. “Elimina muchos niveles de significado que son importantes para las personas queer y nos hace sentir como si fuéramos una categoría estéril”, señala el experto. 

 Este tipo de conceptos son problemáticos porque socaban la posibilidad de que los miembros del colectivo LGTBIQ+ empleen sus propios nombres

En un artículo que lidera, publicado en The American Public Health Association, argumenta que este tipo de conceptos son problemáticos porque socaban la posibilidad de que los miembros del colectivo LGTBIQ+ empleen sus propios nombres para identificarse. Asimismo, no describen adecuadamente las variaciones del comportamiento sexual. 

“Un festival de cine gay, por ejemplo, no se llama ‘cine MSM’; se llama ‘cine gay’, ‘LGTB’ o 'lésbico'. Son conceptos que conectan mejor con el significado social de ser LGTB, con la cultura y los servicios de apoyo que están disponibles para estas personas”, responde Meyer. 

No hay términos mágicos

En el ámbito médico, Tom Boelstorff, profesor de la Universidad de California en Irivine (EE UU), advierte a SINC que la categoría en sí no es tan relevante como la homofobia que puede haber detrás, en función del contexto en el que se use.

Históricamente, la razón por la que nació HSH no se debía al estigma asociado al término ‘gay’, sino a la existencia de hombres que tenían relaciones sexuales con otros varones y que no se identificaban como bisexuales o gays. “El sueño era que con HSH llegáramos a todos”, afirma a Boelstorff. 

El uso de estas categoría puede ser ético según el contexto en el que se emplee, pero al utilizarse, términos como identidad, sexualidad o deseo se difuminan

En su opinión, esta etiqueta no es objetiva, porque ninguna lo es. Tampoco es más peyorativa que otras; en este sentido, el estigma es “independiente a los términos”. “No existe una clasificación mágica que vaya a eliminar la discriminación, por desgracia”, indica el profesor. 

Por ello, depende mucho de cómo se empleen estos nombres. “El problema es la dominación, no la palabra”. En un artículo suyo, publicado en The American Anthropological Association, el investigador explica que la homofobia y heterosexismo son los culpables de que la identificación como 'gay' sea poco deseable en discursos científicos.

“La dominación no solo consiste en rechazar o perjudicar a un determinado grupo. También implica valorar más a otro, por ejemplo ser blanco, hombre, cisgénero, heterosexual o tener un cuerpo sin discapacidades físicas”, cuenta Boelstorff. 

En definitiva, el uso de estas categoría puede ser ético según el contexto en el que se emplee, pero al utilizarse, términos como identidad, sexualidad o deseo se difuminan, sobre todo en los ámbitos científicos e instituciones médicas. 

En palabras de Laboy, la ciencia todavía tiene prejuicios sobre el sexo. “Cuando se trata la sexualidad, se patologiza”, argumenta. “Yo creo que necesitamos más aprendizaje y tener más herramientas para hablar de sexualidad, de género e intersección, porque es parte de la experiencia humana”. concluye. 

Fuente:
SINC
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