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Las cadenas de texto y audios con información falsa se propagan a través de los teléfonos móviles en la crisis del coronavirus. Según los expertos, cualquiera puede caer en el error de confiar en ellos debido a sesgos cognitivos que todos sufrimos. Por eso apelan a la responsabilidad individual antes de reenviarlos.
“Hacer gárgaras con vinagre previene la infección”, “van a desinfectar las calles y tienes que cerrar la ventana” o conspiraciones sobre que el SARS-COV-2 se hizo en un laboratorio chino son algunos de los bulos sobre el coronavirus que están circulando por medio de las redes sociales. Whatsapp es el canal por el que mayoritariamente se difunden, según confirma la plataforma Salud Sin Bulos.
“El problema de este canal es que nos llegan bulos de amigos y familiares, fuentes de las que, en principio, nos fiamos de manera natural e inconsciente”, afirma a SINC Helena Matute, catedrática de Psicología Experimental en la Universidad de Deusto.
Según Matute, este es uno de los sesgos cognitivos por los que nos creemos estas informaciones falsas que recibimos en el móvil. “También puede ocurrir en otras redes, como Twitter o Instagram, donde no conocemos personalmente a algunas personas pero las seguimos desde hace años y confiamos en lo que digan”, añade.
Uno de los bulos que proliferan estos días por Whatsapp.
Este es el caso de multitud de bulos difundidos por influencers, que afirmaban, por ejemplo, que las bebidas calientes como el té mataban el virus, algo que es totalmente falso. Ningún alimento previene o cura la COVID-19, sino que “viene del deseo de soluciones fáciles”, cuenta la psicóloga.
“Otro sesgo que influye es que cuando la información que recibimos coincide con nuestra forma de pensar o con cómo percibimos la situación, no nos saltarán las alarmas”, continúa. Esto, que ha sido observado en multitud de estudios con respecto a la ideología política, puede actuar también en otros aspectos como la salud.
Sin embargo, “estamos en una situación excepcional que no hemos podido estudiar con anterioridad”, subraya Matute. “Ahora, a los sesgos que se tienen normalmente se le suman el miedo y la incertidumbre. El efecto se multiplica”.
Desde Maldita Ciencia, la plataforma que desmiente desinformaciones científicas, empezaron recibiendo unos 700 mensajes al día al principio de la crisis. “Ahora rozamos los 1.200 mensajes al día”, dice Rocío Benavente, periodista al mando de esta sección del medio Maldita.
Benavente advierte que a los ciudadanos ahora “nos llega muchísima información, estamos con mucha incertidumbre y dejas de diferenciar entre lo que es fiable y lo que no. Cualquiera puede ser difusor de noticias falsas”.
Por eso, recalca la importancia de “confiar solo en las fuentes oficiales” y apela a la responsabilidad individual para frenar la difusión de los bulos. “Es muy importante asumir que parte de la responsabilidad es del usuario. No se debe reenviar nada de lo que no estemos seguros de que sea verdad”, apunta.
Las consecuencias de la difusión de estos contenidos pueden ser solo un susto o arriesgar la salud de muchas personas.
Según la periodista, “en algunos casos puede asustar a la gente, como un bulo que dice que están fumigando los parques y que los perros se están intoxicando. Otros casos pueden ser más graves”.
Por ejemplo, continúa, “hay uno que dice que hay que ir al hospital siempre que haya síntomas. Esto puede colapsar el sistema sanitario y poner en riesgo la salud de la gente”, explica Benavente.
Maldita Ciencia, junto a Salud Sin Bulos, la Asociación para proteger al enfermo de Terapias Pseudocientíficas y la Agencia Sinc, colabora en un nuevo proyecto de la plataforma de investigación de la percepción de la ciencia ScienceFlows donde se analizarán el contenido de los bulos que están surgiendo durante la crisis de la COVID-19.
“No solo se recopilarán bulos, sino que estudiaremos su contenido: cómo es su lenguaje verbal y no verbal, los patrones discursivos de los audios y de las cadenas de texto e incluso si apelan a la emoción, a la racionalidad o a la ideología política”, explica Carolina Moreno, catedrática de Periodismo en la Universidad de Valencia e investigadora principal de ScienceFlows.
Para ello, han habilitado una cuenta de correo electrónico (coronavirus.scienceflows@gmail.com) y un número de WhatsApp (623037376) a los que se pueden enviar cadenas de texto, los vídeos y los audios sobre la COVID-19 que se hayan recibido por este canal de mensajería. No se estudiarán memes, fotos, vídeos, ni montajes humorísticos.
Maldita también cuenta con un número de WhatsApp habilitado para la recopilación de bulos (655198538), además de una aplicación móvil para seguir las verificaciones y una extensión para los navegadores Chrome y FireFox.
Recopilamos consejos sencillos para diferenciar la información falsa de la verídica, basados en el informe publicado por Salud Sin Bulos.
1. Busca la fuente. Fíjate de dónde procede la información y desconfía de aquellas que no procedan de fuentes oficiales o que no cuenten con el respaldo de profesionales identificables y con experiencia. No confíes en contenidos como capturas de pantalla que no incluyan un link o una referencia clara donde poder explorar más información.
2. No reenvíes de forma automática. Es habitual reenviar a familiares y amigos informaciones que nos llegan a nuestras redes sociales. No lo hagas. Piensa y contrasta antes de decidir reenviar una noticia, muchas de ellas son bulos y hacen daño.
3. Ten actitud crítica. Una de cada tres noticias de salud que son difundidas en internet resultan ser falsas. Sé crítico ante titulares muy llamativos o noticias alarmantes sobre la epidemia.
4. Las pseudoterapias nunca son la solución. Han aparecido numerosos “tratamientos milagro” que aseguran curar la enfermedad o prevenirla. Todas estas pseudoterapias son falsas, peligrosas para la salud y buscan un beneficio económico. Si recibes una información de este tipo, no la compartas y denúnciala.
5. Denuncia. Tienes a tu disposición los teléfonos de ScienceFlows, Maldita Ciencia y la página web de Salud Sin Bulos para enviar los contenidos falsos que recibas. Además, tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional cuentan con unidades dedicadas a investigar delitos telemáticos y es posible contactar también con ellos.