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Hoy se celebra el Día Mundial contra la Tuberculosis

La resistencia de la plaga blanca

Cuarenta millones de personas afectadas y ocho millones de muertes en los próximos cuatro años. Estas son las previsiones hasta 2015 de la asociación Stop TB, respaldada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), si no se produce un notable incremento de la financiación en el estudio de la tuberculosis. Recientes investigaciones ponen en duda la efectividad de algunos de los tratamientos y los científicos depositan su confianza en la biología molecular para dar con la cura de esta enfermedad milenaria. ¿Qué la hace tan resistente?

La OMS confía en eliminar la tuberculosis como un problema de salud pública en 2050. Foto: isafmedia

La Organización Mundial de la Salud (OMS) confía en eliminar la tuberculosis como un problema de salud pública en 2050. Sin embargo, hace escasos días, un estudio realizado en Kampala (Uganda) revelaba que la efectividad del tratamiento de repetición recomendado por la OMS contra la tuberculosis, denominada ‘plaga blanca’, tiene una baja tasa de respuesta.

“Para evitar resistencias durante el tratamiento se recomienda que siempre se empleen varios fármacos en la terapia del paciente”, explica a SINC Juan Carlos Rodríguez, investigador del servicio de Microbiología del Hospital General Universitario de Elche (Valencia).

Sin embargo, “no seguir el tratamiento en las dosis recomendadas, no identificar una resistencia adquirida a los fármacos o utilizar una pauta inadecuada para la situación del paciente” son algunas de las situaciones que dejan el camino libre a la aparición de la fármaco-resistencia, señala a SINC Antonio Guerrero, subdirector del Área de Diagnóstico Biológico y Farmacia del Hospital Universitario de la Ribera (Valencia).

Durante los últimos años, la resistencia y, en especial la multirresistencia, a los fármacos se ha convertido en un reto para el tratamiento de la tuberculosis. De hecho, la multirresistencia es responsable del 3,6% de los casos mundiales de tuberculosis, la mitad de los cuales se dan en China e India. Y es que, según Rodríguez, esta enfermedad está “muy relacionada con la situación socioeconómica, de modo que las mayores tasas de tuberculosis se comunican en África y en Asia”.

En el continente africano, en especial en los países del sur, se registran más de 300 casos tuberculosis cada 100.000 habitantes. Así lo recoge el último informe sobre la incidencia estimada por países de la tuberculosis en 2009, emitido por el Centro Europeo para el Control y la Prevención de la Enfermedad (ECDC, por sus siglas en inglés) de la Unión Europea.

Medicamentos en decadencia

La asociación Stop TB, una iniciativa surgida en 1998 y que cuenta con el respaldo de la OMS, puso en marcha en 2006 un plan global para frenar en un 50% la propagación de la tuberculosis en 2015.

Pero para alcanzar este objetivo, según las últimas estimaciones de la organización, se necesita conseguir una inversión de 32.800 millones de euros en los próximos cuatro años. De lo contrario, las consecuencias de la inacción podrían afectar a 40 millones de personas de aquí a 2015 y provocar la muerte a 10 millones de individuos.

Los investigadores reclaman del incremento de la financiación internacional para obtener resultados más efectivos y coinciden en que la lucha contra esta infección pulmonar debe ser multifactorial con la introducción, por ejemplo, de “los métodos de biología molecular en los laboratorios para el diagnóstico y la detección de resistencias de forma más rápida”, apunta Rodríguez.

La renovación de los fármacos es también una de las cuestiones pendientes. “Los protocolos actuales se emplean desde hace muchos años y hay que diseñar nuevos medicamentos que acorten el tiempo del tratamiento y combatan mejor las cepas resistentes a los fármacos clásicos”, subraya el experto de Elche.

Actualmente, el tratamiento ‘estrella’ de la tuberculosis se basa en la combinación de isoniacida, rifampicina, etambutol y pirazinamida durante seis meses y, si la cepa es resistente, se emplean otros fármacos de 'segunda línea', más tóxicos y menos eficaces.

Ruti, ¿la vacuna del futuro?

Hace cerca de un siglo, los investigadores franceses Albert León Calmette y Camile Guérin aplicaron por primera vez la vacuna contra la tuberculosis en el ser humano, conocida como BCG (Bacillus de Calmette y Guérin). Esta vacuna se ha convertido en la medida de referencia en la prevención de esta enfermedad, aunque su eficacia en los países desarrollados es limitada, con una variedad de entre el 0% y el 83%.

Guerrero defiende que, a pesar de que BCG no previene de la infección, “impide su progresión a enfermedad clínica y es sumamente eficaz para evitar la forma metastásica en los niños pequeños”, aunque, en este caso, su aplicación sólo se recomienda en países en desarrollo con altas tasas de infección tuberculosa. En España, por ejemplo, ya hace tres décadas que se dejo de suministrar la vacuna para los recién nacidos, a excepción del País Vasco, donde todavía se mantiene.

Las limitaciones de BCG también se extienden a otros sectores de la población, sobre todo, en aquellas personas con una inmunodeficiencia, como la infección por VIH, en los individuos con enfermedades de la piel o en embarazadas.

¿Existen alternativas? Actualmente, se encuentra en fase de evaluación una vacuna, la ‘Ruti’, que se espera que salga al mercado en 2015. Esta vacuna pretende combatir la tuberculosis latente, ante la cual el sistema inmunológico establece una barrera protectora para que la enfermedad no se desarrolle.

Para Rodríguez, “los primeros resultados muestran que es una herramienta muy prometedora”. Aunque, según Guerrero, “con los datos actuales sería extremadamente optimista pensar que esta línea de investigación vaya a acabar con la tuberculosis en el mundo”.

¿Conseguirá el ser humano poner fin a la expansión y resistencia de la plaga blanca? De momento, habrá que esperar a 2015 para ver si las iniciativas mundiales de lucha contra esta infección tienen su fruto y suponen el comienzo del fin de una de las enfermedades humanas más antiguas.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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