Los océanos no solo sufren por la hipoxia (bajos niveles de oxígeno –O2–). Un estudio internacional, liderado por investigadores españoles, demuestra que los altos niveles de dióxido de carbono (CO2) agravan el estrés derivado de la hipoxia en el océano. Para demostrarlo, el trabajo se ha desarrollado a lo largo de la costa de Chile.
En el Cantábrico, el robot submarino Liropus 2000 filmó por primera vez los ecosistemas más inaccesibles. Imagen: IEO
El ácaro parásito (Varroa destructor) se alimenta de la sangre de las abejas en estado larvario o adulto, perfora su piel y deforma las alas.
Las gambas mantis (Odontodactylus scyllarus) pueden incluso romper el cristal de un acuario.
El galápago leproso (Mauremys leprosa) utiliza señales químicas para buscar pareja y evitar la competencia con otros machos. Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) demuestran cómo los galápagos liberan señales químicas en el agua que informan a otros individuos de su especie sobre su tamaño y estado de salud.
Un cóndor sobrevuela la cordillera de los Andes. Imagen por Matito
La globalización económica y los patrones de consumo humano merman la biodiversidad. Nature publica un estudio que pone de manifiesto el impacto de las cadenas de suministro global sobre 25.000 especies de animales.