La forma en que procesamos la información cambia según lo que podemos ganar o perder. Una investigación revela que esta dinámica influye en nuestra tendencia a aceptar afirmaciones falsas, especialmente cuando provienen de personas cercanas.
Un estudio publicado en la revista JNeurosci sugiere que las personas son más proclives a creer mentiras cuando se enmarcan en un contexto de ganancia, especialmente si provienen de un amigo. La investigación, liderada por Yingjie Liu en la North China University of Science and Technology, analizó mediante neuroimagen la actividad cerebral de 66 voluntarios durante interacciones cara a cara a través de pantallas.
Los investigadores distinguen entre situaciones de “ganancia”, cuando la información beneficia a la pareja de participantes, y de “pérdida”, cuando tiene consecuencias negativas. “Elegimos estos contextos porque muestran cómo la gente ajusta la toma de decisiones en función de posibles recompensas o castigos”, explica Rui Huang, coautor del estudio.
Los voluntarios tendieron a creer más mentiras en los contextos de ganancia. Esta credulidad se asocia con una mayor actividad en regiones cerebrales vinculadas a la evaluación de riesgos, la recompensa y la comprensión de intenciones.
El efecto es especialmente llamativo entre amigos: en contextos de ganancia, sus cerebros mostraban sincronía en zonas relacionadas con la recompensa; en contextos de pérdida, la sincronía aparecía en áreas ligadas a la evaluación del riesgo.
Esa actividad compartida incluso permitió predecir si un participante iba a ser engañado con éxito.
Los autores sugieren que la búsqueda de beneficios y la confianza entre amigos pueden hacer que la gente evalúe la verdad con menos precisión. Una posible explicación de por qué somos más vulnerables a las mentiras cuando nos llegan de quienes más apreciamos.