Kostenki 14 es el nombre por el que los paleontólogos conocen a un hombre que vivió en el oeste de Rusia hace más de 36.000 años. El ADN de sus restos fósiles ha revelado que cazadores y agricultores del Paleolítico, de piel y ojos oscuros, superaron la última edad de hielo, colonizaron Europa, se mezclaron con neandertales hace 54.000 años y después se dividieron en al menos tres grupos antes de que Kostenki 14 viviera.
Cráneo de K14. / Peter the Great Museum
La revista Nature publica esta semana la secuenciación del genoma del ‘Hombre de Ust-Ishim’ un varón anatómicamente moderno, que vivió en Siberia hace 45.000 años, antes de la separación de las poblaciones de Eurasia occidental y oriental. El análisis genético indica que humanos modernos y neandertales se cruzaron hace entre 50.000 y 60.000 años.
Investigadores del Instituto Catalán de Paleoecología Humana Evolución Social (IPHES) y la Universidad Pompeu Fabra han analizado el ADN mitocondrial de fósiles de Homo sapiens de la cueva de El Mirador, en Atapuerca, de hace entre 4.760 y 4.200 años. Los resultados revelan que aquellos individuos tenían afinidades genéticas con los de Oriente Próximo y Alemania.
Científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos, y del Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social, de Tarragona,han llevado a cabo un estudio que indica que la utilización de la boca para la manipulación de objetos por parte de los neandertales puede deberse a una capacidad limitada de integración entre cuerpo y cerebro, en particular para aquella funciones de coordinación visuo-espacial asociadas a las áreas parietales.
En unas cajoneras enormes, perfectamente clasificados, Antonio Rosas guarda centenares de fósiles procedentes de sus excavaciones en la cueva de El Sidrón (Asturias). Pertenecen a neandertales, esos “humanos distintos a nosotros” que, antes de su extinción hace unos 30.000 años, nos dejaron una huella genética fruto de su hibridación con nuestros antepasados sapiens.
Los paleoantropólogos siguen buscando sin éxito el ancestro común de los humanos modernos y los neandertales que vivieron en Europa hace miles de años. El estudio de 1.200 dientes fósiles revela que ninguno de los homínidos conocidos se ajusta al perfil esperado, tampoco Homo heidelbergensis, H. erectus ni H. antecessor.
Un estilo de vida paleolítico, con ejercicio suave diario, esfuerzos periódicos intensos, poco carbohidrato e hipoxia, ayudaría a los deportistas modernos a mejorar sus adaptaciones al entrenamiento y aumentar el rendimiento. Es la conclusión de un trabajo de revisión en la revista Sports Medicine.
Las diferencias entre Homo sapiens y Homo neanderthalensis, sobre todo para intentar esclarecer los motivos que garantizaron el éxito de una especie por encima de la otra, sigue siendo una investigación tan atractiva como interrogantes plantea. En este contexto, el yacimiento de Cova Eirós (Triascatela, Lugo) ha aportado nuevos datos que pueden ayudar a resolver algunas cuestiones, tal como se ha evidenciado durante la campaña de excavación arqueológica desarrollada del 11 al 31 de agosto.
Acaba de finalizar la primera campaña de excavaciones en este yacimiento vizcaíno, que dirige el investigador del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana Joseba Rios Garaizar, cuyos resultados arrojarán luz sobre la evolución del hábitat al aire libre durante el Paleolítico en el Cantábrico.