Un equipo de científicos ha extraído compuestos químicos y microfósiles incrustados en la placa dental de neandertales que vivieron en la cueva de El Sidrón (Asturias) hace 49.000 años. Los resultados revelan por primera vez la presencia de material no comestible, como una fibra de madera de conífera, muy probablemente vinculado a usos extra-masticación de los dientes. Sin embargo, los investigadores aún no pueden afirmar que el material hallado se utilizara para higiene oral o que la boca se usara como tercera mano.
Hasta ahora seguía siendo un misterio el origen de 28 individuos cuyos restos de más de 400.000 años de antigüedad se hallaron en los años 90 en la Sima de los Huesos en Atapuerca. Las características de los huesos los relacionaban con neandertales y el análisis de su ADN mitocondrial los asociaban con denisovanos, una especie extinta de Siberia. Ahora el análisis del ADN nuclear confirma que pertenecieron al linaje evolutivo de los neandertales.
Los científicos habían demostrado que los neandertales y los humanos modernos se aparearon fuera de África hace alrededor de 47.000 y 65.000 años. Sin embargo, un estudio con diferentes métodos de análisis de ADN ha identificado un cruce mucho más temprano: hace unos 100.000 años en Siberia, decenas de miles de años antes de los documentados hasta ahora.
La evolución la cara humana está estrechamente vinculada con la evolución del cerebro y esta relación es mucho más compleja de lo que se pensaba hasta ahora. Esta es una de las principales conclusiones a las que ha llegado un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas que ha analizado la relación entre la base del cráneo y el rostro en todo el género Homo.
Investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana han realizado un estudio tomográfico sobre el sistema vascular interno del cráneo en humanos modernos y neandertales. El nuevo procedimiento permite analizar los canales vasculares formados por las venas diplóicas, cuya complejidad en el cerebro es mayor en Homo sapiens que en neandertales.
Un estudio que se acaba de publicar en la revista Scientific Reports ha demostrado la existencia de contaminación prehistórica por metales pesados en el ambiente de cuevas arqueológicas peninsulares, y especula sobre las probables implicaciones negativas sobre la salud.
Un grupo de investigadores de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca –encabezados por Juan Luis Arsuaga, director científico del Museo de la Evolución Humana de Burgos– ha analizado los fósiles de la Sima de los Huesos y propone un modelo de la evolución del cuerpo humano en cuatro grandes fases o diseños anatómico-funcionales.
Un paleoneurólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana compara en dos estudios la evolución de las capacidades visual y espacial de humanos modernos y neandertales. Entre los resultados destaca el hecho de que los neandertales no ampliaron las áreas parietales dedicadas a estas funciones, como lo hicieron los humanos modernos. Además, las marcas en sus dientes denotan el uso habitual de la boca para manipular objetos con mayor frecuencia que cualquier población de Homo sapiens.
El análisis genético de la mandíbula de un humano moderno que vivió en Europa hace entre 37.000 y 42.000 años revela que entre el 6 y el 9,4% de su genoma procede de los neandertales, más que el de cualquier otro humano moderno secuenciado hasta la fecha. El hallazgo, publicado en Nature, confirma que este humano tuvo un pariente neandertal que vivió entre cuatro y seis generaciones previas, es decir unos 200 años antes.