Un estudio internacional con participación de la Universidad de Valencia ha identificado las zonas del océano que las grandes especies marinas utilizan para migrar, alimentarse o reproducirse. Muchas de ellas coinciden con áreas de pesca, rutas de transporte marítimo y regiones contaminadas por plásticos, además de verse afectadas por el aumento de la temperatura.
Los primeros resultados del proyecto PERPANTAR, que han sido presentados en el Congreso Internacional de Pingüinos celebrado en Chile en septiembre, muestran movimientos migratorios mucho más lejanos, así como distintas estrategias de alimentación.
Cuando anidan, estos animales tienen períodos de sueño de más de once horas al día, pero no todos a la vez. Además, se quedan dormidos en miles de ocasiones, pero solo durante unos cuatro segundos, para poder mantener la vigilancia sobre sus nidos.
Las poblaciones de barbijo aportan al océano más de 500 toneladas anuales de este metal a través del guano. Los resultados de una investigación, liderada por Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía del CSIC, ayudarán a entender la influencia de esta especie en el funcionamiento ecológico las aguas superficiales del océano Antártico, señalan los autores.
Un nuevo estudio reconstruye la historia evolutiva de estos animales, una de las familias de aves más especializadas que existen en la actualidad. Gracias al análisis genómico de linajes actuales y de especies extintas, los investigadores han identificado un conjunto de genes involucrados en la termorregulación, oxigenación, buceo, visión, dieta y tamaño corporal que habría facilitado su adaptación al ambiente acuático.
Un equipo de científicos con participación española ha hallado altas concentraciones de mercurio, el tercer elemento más peligroso según la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades, en tres especies de estas aves. El estudio muestra que el metal se estaría acumulando en los ecosistemas antárticos.
Publicamos un extracto de un capítulo de Argonauta. Peripecias modernas entre el océano y el cambio climático (Raspabook), el primer libro de Pablo Rodríguez Ros que sale a la venta este miércoles 16 de septiembre.
Un equipo internacional de científicos ha trabajado entre heces de animales en las duras condiciones de la Antártida. Su estudio revela que las excreciones nutren de nitrógeno los suelos de esta remota zona del planeta y los llenan de musgos, líquenes y pequeños invertebrados.
En la Antártida, los pingüinos actúan como bioacumuladores y biotransportadores de elementos químicos contaminantes desde los ecosistemas marinos a los terrestres. Altas concentraciones de metales pesados en suelo antártico ponen en riesgo la salud ambiental del entorno. La actividad humana parece tener su parte de responsabilidad. Así lo describen investigadores del Instituto Cavanilles de la Universidad de Valencia en un artículo publicado en la revista PLoS ONE.