Plutón puede tener volcanes de hielo. / NASA/JPL-JHU/SWRI
Existe un consenso generalizado de que hace unos 66 millones de años un asteroide colisionó con la Tierra y provocó una extinción masiva que hizo desaparecer a los dinosaurios. Las mediciones de la actividad volcánica –las más precisas realizadas hasta la fecha– demuestran ahora que este impacto desencadenó mayores erupciones en los 50.000 años posteriores que impidieron que la fauna se recuperara.
Un equipo científico de seis países ha mejorado el análisis de los núcleos de hielo que permite determinar la presencia a lo largo de la historia de sulfato atmosférico proveniente de las erupciones volcánicas. La cronología, elaborada a partir de esta nueva técnica, encaja con las fechas de buena parte de los grandes enfriamientos climáticos de la historia.
Una nueva tecnología de vigilancia, desarrollada por la Universidad de Cádiz y basada en modelos matemáticos probados en la Antártida, supone un ahorro tanto en el coste como en el consumo energético y permite un seguimiento de las zonas volcánicas desde cualquier parte del mundo.
La proporción de rojos y verdes en la puesta de sol de un cuadro permite deducir la cantidad de aerosoles que había en el cielo en el momento en que se pintó. Así lo sugiere un análisis de obras maestras efectuado por científicos griegos. El trabajo es un ejemplo de la información ambiental que se puede obtener de las pinturas.
El Krakatoa explotó el 27 de agosto de 1883.
Hace más de 200 millones de años, una extinción aniquiló el 76 % de las especies marinas y terrestres, lo que marcó el final del periodo Triásico y el inicio del Jurásico. Este evento devastador allanó el camino para que los dinosaurios dominaran la Tierra durante los siguientes 135 millones años. Un equipo de investigación estadounidense ha determinado que la Provincia Magmática del Atlántico Central vomitó enormes cantidades de lava y gases coincidiendo con el inicio de la extinción.
Antiguas llanuras volcánicas en las latitudes septentrionales altas de Mercurio.
Un equipo estadounidense de científicos ha analizado las esferas de vidrio volcánicas que la misión Apollo trajo de la Luna hace 50 años. Las muestras albergan agua, de hecho, en algunas zonas de su interior el satélite contiene tanta agua como la que hay dentro la Tierra. El estudiosupone la culminación a medio siglo de investigación.
El hallazgo de los esqueletos de un tapir y un bóvido completos en el Camp dels Ninots (Gerona) ayudarán a obtener abundante información sobre cómo era el entorno ecológico de aquella época. En este yacimiento se ha descubierto la colección de fósiles de estas especies más completa de Europa.