Tras analizar el material lunar recogido por la sonda china el año pasado, los científicos han comprobado que procede de un magma que entró en erupción hace unos 2.000 millones de años, más tarde de lo que se pensaba. La duda ahora es cuál sería la fuente de calor.
Desde muy antiguo, los volcanes han cautivado la imaginación. Sus impresionantes despliegues de fuerzas telúricas han inspirado mitos, poemas, relatos, pinturas y películas. Escenarios de desgarradas pasiones, símbolos de la liberación de energías reprimidas o adversarios malignos, alcanzaron en la ficción su mayor protagonismo con el cine de catástrofe, por lo general con escaso rigor científico.
La colada de lava avanza hacia el mar y a su paso ya ha destruido más de 350 inmuebles desde el pasado domingo. Más de 6.000 personas han tenido que ser evacuadas de sus hogares en una isla que, como el resto del archipiélago, ya ha experimentado otras erupciones. Pero ¿por qué ahora en La Palma?
Desde la la erupción de Cumbre Vieja en La Palma del pasado domingo, los conceptos de la vulcanología y la geofísica han saltado a la calle. ¿Es lo mismo lava que magma? ¿Por cuántas bocas puede salir? ¿Cuánto durará? ¿Cómo se mide la peligrosidad? Resolvemos preguntas básicas con la ayuda de especialistas.
La actividad sísmica continúa en la isla de La Palma con menor frecuencia e intensidad. Sin embargo, desde el Gobierno de Canarias se ha acordado mantener el semáforo amarillo de alerta ya que la deformación del suelo en la zona de la Cumbre Vieja ha subido a los diez centímetros.
Según la teoría de la catástrofe de Toba, hace unos 74.000 años, un supervolcán en ese lago de la isla de Sumatra entró en erupción provocando un invierno volcánico que duró años y puso en jaque a la población humana. Un nuevo estudio refuta esta hipótesis: el impacto ambiental no fue tan catastrófico.
La comunidad científica ha debatido una y otra vez desde hace décadas la causa de la extinción de los dinosaurios no solo por la colisión de un asteroide, sino también por la actividad volcánica. Un nuevo estudio pone fin a este debate y rechaza el vulcanismo como detonante de la extinción del 70 % de las especies a finales del Cretácico.
Investigadores españoles y ecuatorianos han desarrollado una metodología para estimar las fallas y los volcanes que pueden activarse en una región después de un terremoto. Los mapas generados se presentan en una escala de colores para facilitar a las autoridades la toma de decisiones. La técnica se ha aplicado al seísmo que ocurrió en Pedernales (Ecuador) durante 2016.