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Hace más de 200 millones de años, una extinción aniquiló el 76 % de las especies marinas y terrestres, lo que marcó el final del periodo Triásico y el inicio del Jurásico. Este evento devastador allanó el camino para que los dinosaurios dominaran la Tierra durante los siguientes 135 millones años. Un equipo de investigación estadounidense ha determinado que la Provincia Magmática del Atlántico Central vomitó enormes cantidades de lava y gases coincidiendo con el inicio de la extinción.
Un aumento del CO2 atmosférico producido por la acidificación de los océanos y el calentamiento global eliminaron el 76 % de las especies marinas y terrestres en la Tierra al final del Triásico.
Hasta ahora no estaba claro qué causó la extinción, aunque la mayoría de los científicos estaban de acuerdo en un escenario posible: las erupciones volcánicas masivas de una amplia región marina conocida como la Provincia Magmática del Atlántico Central habría vomitado enormes cantidades de lava y gases –incluyendo dióxido de carbono, azufre y metano– en un periodo relativamente corto de tiempo. Esta liberación repentina de gases a la atmósfera pudo haber matado a miles de especies de plantas y animales.
El último número de la revista Science publica una investigación del Instituto Tecnológico de Massachussets, la Universidad de Columbia y otras cuatro instituciones estadounidenses, que determina que estas erupciones se produjeron precisamente al inicio de la extinción, lo que proporciona una fuerte evidencia de que la actividad volcánica provocó la devastación de finales del Triásico.
"No hay duda de que la extinción se produjo al mismo tiempo que la primera erupción", asegura Sam Bowring, profesor de geología en el MIT.
El equipo determinó la edad de las lavas basálticas y otras características que se encuentran a lo largo de la costa este de los EE UU, así como en Marruecos, regiones dispares en la actualidad que formaron parte del supercontinente Pangea hace 200 millones de años.
Técnicas de datación de las erupciones
Para determinar la duración de las erupciones volcánicas, el grupo combinó dos técnicas: la astrocronología y la geocronología. La primera técnica relaciona las capas sedimentarias de las rocas con los cambios en la inclinación de la Tierra. Según Bowring este método es efectivo para datar las rocas de hasta hace 35 millones de años, “pero más allá de eso, no está claro el grado de fiabilidad”, argumenta. La segunda es un método para determinar la edad y sucesión cronológica de los acontecimientos geológicos ocurridos en la Tierra.
Los investigadores separaron muestras de roca para aislar cristales pequeños conocidos como circones, que luego fueron analizados para determinar la relación de uranio al plomo. Esta minuciosa técnica permitió al equipo datar las rocas hasta hace aproximadamente 30.000 años –una medición muy precisa en términos geológicos–.
En conjunto, las técnicas de geocronología y astrocronología dieron al equipo estimaciones precisas sobre el inicio de la actividad volcánica hace 200 millones de años, y reveló tres estallidos de actividad magmática hace más de 40.000 años.
Andrew Knoll, profesor de ciencias terrestres y planetarias en la Universidad de Harvard, afirma que señalar la duración de la actividad volcánica ha sido el principal desafío para los científicos.
"Este estudio sugiere que una gran explosión inicial volcánica podría haber causado las extinciones registradas. Aumenta nuestra confianza de que el vulcanismo masivo puede ser un agente de cambio biológico en la Tierra”, explica.
Si bien las evidencias de esta investigación son las más fuertes hasta el momento para vincular la actividad volcánica con la extinción de finales del Triásico, Bowring dice que aún queda trabajo por hacer.
"La Provincia Magmática del Atlántico Central se extiende desde Nueva Escocia hasta el final de Brasil y África Occidental. Me muero por saber si esas son exactamente de la misma edad o no”, concluye.