Un equipo del MIT ha detectado un pequeño planeta rocoso que pierde masa al ritmo de una montaña Everest cada 30 horas. Su cercanía extrema a su estrella lo hace hervir y evaporarse, formando una cola de minerales de 9 millones de kilómetros.
Este apéndice es una característica común en el reino animal. Todos los mamíferos lo tienen en algún momento del desarrollo embrionario. En humanos desaparece, pero poseen partes internas en forma de coxis. Un estudio publicado en Nature explica qué secuencias móviles de ADN propiciaron su pérdida.
Los restos fósiles de una nueva especie de anquilosaurio habían quedado atrapados en el fin del mundo, en el extremo sur de Chile, durante 70 millones de años. Ahora, el hallazgo de este herbívoro de dos metros de largo con una curiosa cola en forma de espada ha provocado un gran revuelo en la ciencia local: es el dinosaurio más completo que se ha encontrado en el país sudamericano.
Mientras estudiaban varios genes en ratones, dos grupos de investigadores crearon, sin pretenderlo, roedores con rabos de tamaños extremos. Sus hallazgos ofrecen nuevas claves sobre el desarrollo de los mamíferos y es posible que estén relacionados con el inicio de las metástasis.
El desarrollo de la cola de los espermatozoides permite a estas células desplazarse y es fundamental para la fertilidad masculina. Un estudio, con participación española, ha identificado el papel crucial que desempeña la proteína CENTROBIN en su desarrollo: es crítica para el ensamblaje de los microtúbulos dentro de la cola. Los machos con deficiencia de esta proteína son estériles en la mosca del vinagre.
La cola de los lémures enanos de orejas peludas almacenan las grasas que les permiten sobrevivir los meses de escasez y que utilizan como combustible durante la hibernación. Ahora un equipo de investigación ha identificado los genes que participan en el estado de hibernación de estos pequeños primates, que no siempre está asociado al invierno y que se puede dar en otras condiciones de escasez como en zonas desérticas o por ejemplo durante la época seca en Madagascar.
Hace más de 360 millones de años, los vertebrados poblaban los océanos, ríos y lagos del planeta, incapaces de establecerse en tierra. Para conseguir salir del agua, la cola de estos animales resultó fundamental para moverse por la superficie, especialmente en las pendientes, ya que les permitió impulsarse hacia arriba y no resbalar. Este es el principal resultado de un estudio estadounidense que arroja luz sobre el origen de la vida terrestre.
El joven ejemplar de lagarto blanco de seis colas. / N. Pelegrin y S.M. Leão