Desde que Darwin demostró que solo los animales capaces de adaptarse genéticamente al entorno podían sobrevivir, muchos estudios han asegurado que los últimos cambios en humanos se produjeron hace unos 40.000 años. Ahora, un nuevo estudio de la Universidad de Harvard afirma que las personas seguimos evolucionando, pero más despacio. Los resultados indican que factores como el nivel educativo o la edad de la primera menstruación determinan el éxito reproductivo de las personas.
Aunque es más fácil pensar que solo cuando ganamos genes evolucionamos, ciertos seres vivos, como el organismo marino Oikopleura dioica de tan solo unos milímetros de longitud demuestran que perdiendo muchos genes, algunos esenciales para el desarrollo embrionario, se puede sobrevivir con éxito. Un grupo de la Universidad de Barcelona estudia a este animal para entender qué genes son prescindibles y por qué ciertas mutaciones son irrelevantes y otras son dramáticas para la salud.
Todo aquel que se acerque hasta el Museo Nacional de Ciencias Naturales situado en Madrid podrá ver, a partir de hoy, las 41 nuevas piezas de la exposición ampliada Minerales, fósiles y evolución humana, donadas por la Fundación Bancaria ”la Caixa”. Entre ellas destacan los restos fósiles de un oso cavernario adulto y su cría, y la reproducción hiperrealista a tamaño natural de cuatro especies de homínidos.
La secuenciación del ADN de la jirafa aporta las primeras pistas sobre los cambios genéticos que dieron lugar al cuello excepcionalmente largo de esta especie, una proeza de la evolución que intriga a los científicos. La investigación también revela el genoma de su pariente más cercano, el okapi.
Al estudiar más de 50.000 variaciones de un gen de medusa, investigadores del Centro de Regulación Genómica en Barcelona han dibujado un retrato detallado de cómo los cambios en ese gen afectan a su función. El estudio, que se ha llevado a cabo en colaboración con científicos en Rusia, los Estados Unidos, Israel y España, se publica en la revista Nature.
Los gorilas de montaña del Parque Nacional de los Volcanes en Ruanda comen hasta 30 kilos de plantas al día y su dieta es muy variada en un hábitat cada vez más fragmentado por la caza furtiva y la deforestación. Un estudio demuestra por primera vez cómo la morfología dental se adapta a los alimentos disponibles. La información de su desgaste dental sirve para identificar a los ejemplares que desaparecen.
E93, Krüppel-Homolog 1 y Broad-Complex son proteínas que actúan secuencialmente para dirigir la metamorfosis en insectos, si se inhibe cualquiera de las tres, el insecto no llegará a ser adulto y por tanto no podrá reproducirse. Este es el principal resultado de un estudio dirigido por investigadores del Instituto de Biología Evolutiva y que abre una vía para diseñar insecticidas.
Un científico del Centro Nacional de Investigación de Evolución Humana, en Burgos, lidera tres estudios paleoneurológicos en los que se analizan los cráneos de Buia y Maba, encontrados en Eritrea y China, respectivamente, así como el estudio anatómico del parietal de Homo antecessor, hallado en España.
Una especie de polilla diurna adopta formas de comunicación sexual propias de las mariposas llegando a perder sus glándulas de secreción de feromonas. Esta es la conclusión a la que ha llegado Víctor Sarto, investigador del Instituto de Química Avanzada de Cataluña, que lidera un estudio en el que se describe este sorprendente caso de convergencia evolutiva en el orden de los lepidopteros.
La región pélvica de las mujeres es cuestión de estudio debido a su particular morfología, que complica el dar a luz a un bebé. Una nueva investigación revela que, a partir de la edad reproductiva, la estructura de la pelvis de las mujeres empieza a diferenciarse de la de los hombres para propiciar las condiciones óptimas durante el parto. El estrógeno y la alimentación son factores clave de este desarrollo.