Las áreas quemadas han disminuido un 24% durante los últimos 18 años en todo el mundo. Así lo revela un nuevo estudio que indica que la reducción del número de fuegos beneficiosos para los ecosistemas se debe al aumento de las actividades agrícolas. Esta situación impide la regeneración y proliferación de nuevas especies en espacios naturales, a la vez que incrementa el almacenamiento mundial de gases.
Un grupo internacional de investigadores descubre en las profundidades de la cueva francesa de Bruniquel hasta 400 estalagmitas colocadas de forma intencionada en un círculo por los neandertales hace unos 176.000 años. Junto a esta composición, se hallaron restos de fuego que prueban que estos homínidos dominaban la técnica antes de la llegada del hombre moderno hace 40.000 años. Sin embargo, aún se desconoce el uso que los neandertales le dieron a estas enigmáticas estructuras.
Las primeras evidencias de impacto humano en el paisaje de los Picos de Europa datan de al menos 4.900 años. La existencia de abundantes partículas de carbón en los sedimentos de esta época revela la presencia de hombres que utilizaban el fuego para fomentar la extensión de los pastizales. Así lo revelan dos estudios internacionales liderados por la Universidad de Oviedo que han analizado la evolución ambiental y climática del macizo occidental durante los últimos milenios.
La clasificación precisa del nivel de afectación por el fuego tras un incendio es fundamental para planificar la restauración de las zonas afectadas. Investigadores de Castilla y León han estudiado la mejora de los métodos de teledetección habitualmente utilizados para evaluar su gravedad y han diseñado nuevas versiones mejoradas de los índices que se emplean hasta ahora.
Una investigación sobre el uso del fuego como herramienta de gestión forestal apunta la efectividad de las controvertidas quemas prescritas a largo plazo sin comprometer la salud de los bosques. El análisis de esta práctica puede ayudar a los gestores forestales en la toma de decisiones.
Megasupramoléculas para reducir la explosión del combustible. / Caltech/JPL
Los incendios queman cada año miles de hectáreas, fragmentan ecosistemas enteros y arriesgan la vida de personas y animales. Entender la dinámica del fuego permitiría dar con una solución al alto número de siniestros. Investigadores españoles e italianos han estudiado la inflamabilidad de la vegetación y demuestran que los cipreses, capaces de tolerar grandes sequías y altas temperaturas, podrían representar una barrera eficaz contra el inicio del fuego por su baja ignición.
El modelo matemático desarrollado por científicos catalanes, en colaboración con los bomberos de la Generalitat de Catalunya, es capaz de estimar la probabilidad que tiene un paisaje de tener un incendio conducido por el viento, según la forma del terreno o la cantidad de combustible disponible para el fuego. Esta herramienta puede servir para mejorar la planificación de las estrategias de extinción de los incendios y adaptar las medidas de prevención ante el nuevo escenario de cambio climático.