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El temor a ser devorado puede impulsar ciertas reacciones, como la de esconderse, por ejemplo. Pero en el caso del topillo rojo, protagonista de nuestro #Cienciaalobestia, el miedo les hace reproducirse más y tener más crías, sobre todo si creen que esta puede ser su última camada.
La respuesta del cerebro al miedo no es la misma si nos asustamos en nuestra lengua materna o en un idioma extranjero, por muy bien que lo conozcamos. Investigadores de las universidades Jaume I, Pompeu Fabra y Nebrija lo han demostrado mediante un estudio experimental que abre la puerta a nuevas terapias.
La amígdala, una región del cerebro tradicionalmente asociada al miedo, posee neuronas encargadas de responder y transmitir información relacionada con hechos agradables. Así lo indica un nuevo estudio, publicado en Neuron, que afirma como la mayoría de las neuronas de la amígdala participan en el circuito de recompensa cerebral.
Por primera vez, un equipo internacional de científicos ha demostrado que la amígdala cerebral humana es capaz de extraer información de manera ultrarrápida sobre posibles amenazas que aparecen en la escena visual. Con el estudio de amígdalas de pacientes que tenían implantados electrodos en estas regiones para diagnosticar epilepsia, los expertos han conseguido nuevos datos sobre cómo viaja la información entre el circuito visual y el emocional.
Un equipo de las universidades Autónoma de Barcelona y de Harvard (EE UU) ha logrado excitar con luz las neuronas de la amígdala cerebral que juegan un papel crucial en los recuerdos relacionados con el peligro. Según los autores, la investigación abre la puerta a nuevas dianas terapéuticas en el tratamiento de las fobias, el trastorno obsesivo-compulsivo o el de estrés postraumático.
Una nueva investigación ha puesto de manifiesto la relevancia de la ayuda de familiares y amigos ante el miedo a la hipoglucemia en pacientes con diabetes tipo 1. Los resultados del estudio mostraron que del total de la muestra analizada casi la mitad, un 45’4%, presentaba esta condición.
Un trabajo liderado por investigadores de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona identifica el papel de las orexinas en los trastornos de ansiedad. Las orexinas están críticamente involucradas en los mecanismos neurales que intervienen en la formación de la memoria emocional en situaciones de miedo.
Un equipo de científicos brasileños ha determinado que los receptores de la dopamina D1 están implicados en la extinción del miedo. Así, la interpolación de una novedad en las terapias de exposición para acabar con este sentimiento favorece este proceso. Los resultados se publican en la revista PNAS.
Una hipótesis científica afirma que humanos y otros primates han desarrollado a lo largo de su evolución una capacidad para detectar serpientes que ha sido importante para su supervivencia. Experimentos psicológicos indican ahora que el Homo sapiens es muy sensible a su presencia, mucho más que a la de otros animales que suelen dar miedo, como las arañas.
Un estudio publicado recientemente en el Journal of Neuroscience señala por primera vez al gen trkC como factor relacionado con el desarrollo de trastorno del pánico. Los investigadores han definido el mecanismo específico de formación de las memorias del miedo, lo que abre la puerta a nuevos tratamientos farmacológicos y cognitivos.