La pandemia de sida que hoy todavía continúa comenzó oficialmente en junio de 1981 con el primer grupo de casos detectado en EE UU. El nuevo virus fue descubierto dos años después. Pero pronto las investigaciones comenzaron a revelar que el VIH circuló bajo el radar durante décadas, desde África a América, antes de que supiéramos de él.
Las cronologías históricas del sida (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) y el VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) arrancan en 1981, cuando en EE UU se informó del primer grupo de casos que después se definiría como el inicio de la pandemia. Pero el punto de partida de una historia es el final de otra: antes de aquello, el virus circuló de forma silenciosa. ¿Cuánto tiempo? ¿A cuántas personas infectó? ¿Dónde? Las investigaciones han desvelado los orígenes y la historia oculta previa al 81, aunque quedan incógnitas por resolver.
El 5 de junio de 1981, el boletín Morbidity and Mortality Weekly Report de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE UU (CDC) describía cinco raros casos de neumonía bacteriana en hombres gais de Los Ángeles, jóvenes y previamente sanos. Bajo el título “Pneumocystis Pneumonia — Los Angeles”, el CDC sugería la implicación de alguna “disfunción de la inmunidad celular relacionada con una exposición común que predispone a los individuos a infecciones oportunistas como neumocistosis y candidiasis”.
A raíz de aquellos primeros cinco pacientes en EE UU, el CDC creó un equipo de trabajo para investigar el brote que pronto comenzó a recibir alertas de profesionales de la salud, que reportaban casos inusuales similares. Aunque la idea de una epidemia empezaba a tomar forma, aún era pronto para reconocer un origen vírico. Hoy nos parecería inaceptable que el aislamiento del virus tardara dos años, en comparación con solo semanas que llevó la identificación y secuenciación del virus de la covid-19 en 2020.
Por fin en la primavera de 1983, el equipo de Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi en el Instituto Pasteur de París publicó el aislamiento del virus que sería también identificado en el laboratorio del estadounidense Robert Gallo, y que recibiría nombres diferentes hasta que se adoptó el consenso de VIH. Incluso en tiempos anteriores a internet, el brote súbito de un nuevo virus desconocido dio pie a la difusión de bulos y teorías de la conspiración.
Pero, naturalmente, el virus no surgió de la noche a la mañana ni su aparición fue repentina, aunque nos lo pudiera parecer. En años posteriores, mientras se encontraban los primeros tratamientos, también comenzaron a responderse algunas preguntas esenciales sobre el origen del virus. Lo que sigue es el relato básico de la historia oculta del VIH.
La historia comienza en un periodo ignoto del pasado, cuando entre diversas especies de monos circulaban variantes del que hoy llamamos Virus de Inmunodeficiencia en Simios (VIS). Un estudio de 2010 en la revista Science estimaba que el virus podría tener al menos 32 000 años de antigüedad, pero según apunta a SINC la viróloga de la Universidad de Pensilvania Beatrice Hahn, “las muchas, muchas formas del VIS han existido probablemente durante millones de años en los monos, sus hospedadores naturales”.

Las muchas, muchas formas del Virus de Inmunodeficiencia en Simios han existido probablemente durante millones de años en los monos

Una peculiaridad de este virus estriba en su capacidad de producir copias de ADN de su genoma que se integran en los cromosomas celulares, causando infecciones persistentes que aumentan las posibilidades de contagio, incluso entre especies diferentes y a través de su vía de transmisión, la sangre o fluidos corporales. Por ejemplo, los chimpancés quedaban expuestos a contraer el VIS a través de su actividad depredadora sobre monos más pequeños.
Y así, sucedió que en algún momento dos formas distintas del VIS, procedentes respectivamente del mangabey gris (el linaje llamado VISrcm) y de un cercopiteco de nariz blanca (VISgsn), infectaron a un chimpancé, se combinaron y originaron una nueva variante llamada VIScpz. Se sabe dónde ocurrió esto, en el lugar donde estas especies de primates y sus respectivos virus coinciden: África central occidental, en el actual Camerún.
El citado estudio de 2010 sugería que un salto de especie del VIS a los chimpancés tuvo lugar hace al menos 22 000 años, si bien Hahn subraya que el momento en que se forjó el nuevo virus recombinante en un chimpancé “no puede determinarse con ningún tipo de certeza”. Fuera cuando fuese, aquella recombinación que dio lugar al VIScpz dejó el escenario listo para el desastre.
Las investigaciones de Hahn y su equipo mostraron no solo que el VIScpz está presente en chimpancés de Camerún y que es producto de la mezcla de otras dos formas procedentes de monos distintos, sino también que el VIH proviene del contagio del VIS a los humanos. El virus tuvo múltiples ocasiones para saltar a nuestra especie, gracias a la caza furtiva de monos para consumo de carne que es práctica habitual en amplias regiones de África.
Según confirma Hahn, se han documentado cuatro transmisiones independientes del virus a los humanos, todas ellas en Camerún, que dieron lugar a diferentes grupos del subtipo 1 del VIH (VIH-1): dos del VIScpz de los chimpancés, que generaron respectivamente los grupos M y N, y otras dos del VISgor de los gorilas —que estos adquirieron también a partir del VIScpz del chimpancé— que originaron los grupos O y P.
A esto se unen otros nueve saltos a los humanos que no proceden de los chimpancés ni de su variante del virus, sino de la forma VISsmm del mangabey de África occidental. Estos contagios dieron lugar a distintos grupos del VIH-2, un subtipo mayoritariamente africano que también causa sida, pero que se considera menos agresivo y contagioso. Fue el hallazgo del VIH-2 y su similitud con el VIS lo que llevó a desentrañar el origen del VIH.
Sin embargo, de todos estos saltos, uno solo de ellos fue el responsable de la epidemia declarada en 1981, convertida después en pandemia que aún persiste y que ha causado más de 44 millones de muertes: el 90 % de los casos de sida en todo el mundo se deben al grupo M del VIH-1. Por ello, puede decirse que la historia del VIH-1 grupo M es la historia del sida.
Pero para que un virus nacido del contagio de un chimpancé a un humano en una remota selva de Camerún llegara a conquistar el mundo, fue preciso que su portador lo llevase a un lugar propicio donde encontró una conjunción de factores que alimentaron su propagación: una población en aumento, el ferrocarril, el comercio sexual y vacunaciones poco cuidadosas.
¿Cuándo y dónde sucedió esto? Los estudios genéticos comparativos de los distintos grupos y cepas del virus han permitido trazar la cronología de su evolución temprana y situar el momento del primer contagio en torno a 1920. En cuanto al dónde, la pista esencial la proporcionó el hallazgo del VIH confirmado con análisis directos de laboratorio en varias muestras africanas anteriores a la pandemia; la más antigua, una muestra anónima de sangre que contiene el VIH-1 grupo M, fechada en 1959 en la ciudad de Leopoldville.
La antigua capital del Congo Belga, hoy Kinsasa en la República Democrática del Congo (RDC), era entonces una urbe en crecimiento explosivo, al servir de puerta de entrada a regiones bajo intensa explotación colonial como la provincia minera de Katanga. Se calcula que la ciudad veía cada año el trasiego de un millón de personas, que iban y venían de las regiones mineras por medio de sus ferrocarriles, abandonados después de la independencia.
Semejante tráfico humano atraía otro tipo de negocios: “Las personas trabajadoras sexuales desempeñaron un papel sustancial”, comenta a SINC Jacques Pépin, epidemiólogo de la Universidad de Sherbrooke (Canadá) que ha desgranado extensamente la historia del sida en su libro The origins of Aids (Cambridge University Press, 2011). Las infecciones campaban a sus anchas, y en las campañas de vacunación y los tratamientos se utilizaban agujas y otros equipos en condiciones no idealmente asépticas.
Pépin afina el cómo y el cuándo de aquel primer contagio: “El VIH-1 probablemente llegó a Leopoldville en 1916 con un soldado que regresaba de Camerún”. En la Primera Guerra Mundial, tropas británicas, francesas y belgas expulsaron a los alemanes de su colonia de Camerún. Las investigaciones de Pépin le llevan a proponer en la segunda edición de su libro (2021) que fue uno de los soldados enviados desde el Congo quien contrajo el virus en Camerún. “Estoy seguro en un 99 % de que así es como el VIH-1 fue introducido en Leopoldville sin que afectara a Camerún”, dice.

El VIH-1 probablemente llegó a Leopoldville en 1916 con un soldado que regresaba de Camerún

En décadas posteriores, la epidemia de sida ya corría por África cuando hacia 1966 un profesor haitiano desplazado al Congo llevó la enfermedad de regreso a su país. Desde Haití, el virus viajó a EE UU poco después; pero, al contrario de lo que en su día se divulgó y aparecía en los primeros libros que popularizaron la historia de la enfermedad, el asistente de vuelo canadiense Gaëtan Dugas no fue el “paciente cero” en Norteamérica; cuando Dugas contrajo el virus, este estaba ya extendido entre los colectivos gais de EE UU.
El largo periodo de incubación del VIH y el pequeño número de casos mantuvieron la enfermedad bajo el radar durante años. Finalmente, el grupo de cinco casos en Los Ángeles llamó la atención del CDC y disparó la alarma que llevó al reconocimiento de la epidemia. Y así fue como el sida se convertiría después en el azote y el gran temor de los años 80 y 90 que cambió costumbres y maneras de relacionarse, hasta que por fin los tratamientos consiguieron mantenerlo a raya.
Con sus márgenes de incertidumbre, todo lo anterior explica razonablemente lo que sucedió durante los primeros tiempos del sida. Pero quedan preguntas por responder, sobre todo en lo que se refiere a lo que no sucedió: ¿por qué solo en Camerún? “¿Era allí más elevada la prevalencia de la infección por VIScpz y VISgor en los chimpancés y gorilas salvajes?”, se pregunta Hahn. Y ¿por qué solo el VIH-1 grupo M? “¿Estaba esta cepa preadaptada de algún modo a los humanos, o encontró menos impedimentos para su transmisión?”, reflexiona.
Hahn añade que otra subespecie diferente de chimpancé de la que dio origen al virus M también está endémicamente infectada con el VIScpz, “pero este virus nunca se ha encontrado en los humanos. La caza furtiva está extendida en África. ¿Por qué esta cepa no lo consiguió?”. Pépin menciona el misterio de por qué un subtipo del virus M llamado B es el más prevalente en Norteamérica, el Caribe y Europa, pero curiosamente apenas existe en la RDC. Incógnitas que perduran, capítulos todavía por desenterrar en la historia del VIH.