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El mundo de los animales ha sido utilizado para justificar toda clase de conductas o atributos de la sociedad humana, desde el egoísmo a la solidaridad, pasando por la violencia, la subordinación de la mujer, el racismo o la transexualidad. Este último tema —o, más precisamente, el transgenerismo— es abordado en El arcoíris de la evolución por Joan Roughgarden, ecóloga evolutiva.
Las series españolas emitidas en horario de máxima audiencia por las cadenas generalistas mantienen roles de género tradicionales y solo le dan a las mujeres un 36% de los papeles. Aún más infrarrepresentados están otros colectivos: de los 723 personajes analizados únicamente hay una persona transgénero y un 2% son homosexuales, lejos de la realidad social. Las apuestas para el prime time televisivo son conservadoras ante la perspectiva de captar un público heterogéneo.
64 años del primer cambio completo de sexo. / Wearbeard
Las clases de educación sexual en colegios e institutos son de escasa calidad y están impartidas por profesores poco capacitados a los que abochorna esta materia, según afirma un estudio que ha encuestado a chicos y chicas de entre 12 y 18 años en varios países.
La depresión, el sufrimiento y los problemas sociales que padecen los transexuales son causados, en su mayor parte, por el rechazo social y la violencia hacia estas personas, según ha concluido un estudio de campo publicado en The Lancet Psychiatry. La investigación apoya que para reducir el estigma es necesario eliminar la identidad transgénero de la clasificación de trastorno mental.
Crear políticas que garanticen reconocimiento a las personas transgénero es esencial para su salud y bienestar,según la revista The Lancet. El estigma social y la desinformación sobre este colectivo pone en peligro la salud mental y física, y se ven agravados por la falta de políticas que respalden su condición sexual.
Las técnicas de aprendizaje activo son más efectivas que las campañas tradicionales para acabar con la discriminación hacia los gays, lesbianas y transexuales. Un equipo de voluntarios ha ido puerta por puerta recorriendo los hogares de Florida para charlar con los vecinos y hacerles cambiar sus actitudes discriminatorias. Una de cada diez personas acabaron apoyando leyes a favor del colectivo. El estudio se publica en Science.