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El periodista Juan Scaliter cuestiona en su último libro, Exploradores del futuro, “cómo la ciencia del mañana traspasará las barreras de lo que imaginamos hoy”. Dice sentirse raro al otro lado, el del entrevistado, y de hecho es él quien plantea muchas preguntas aún sin respuesta.
Hay mucha información pero poca cultura científica. ¿Qué falla?
Distingamos entre información y conocimiento. Si bien hemos generado muchísima información, como sociedad somos incapaces de absorber tanto conocimiento. La consecuencia es que un trasplante de cara no produce la misma admiración que cuando se pisó la Luna. Desafortunadamente, la ciencia ha perdido la capacidad de seducción de masas, de maravillar a la gente. Somos capaces de coger una célula de la piel y crear un corazón, ¡y no nos maravilla!
¿Algún remedio para volver a asombrarnos con la ciencia?
Los educadores deben transmitir a los niños verdadera pasión por el conocimiento. No puede ser que los alumnos de secundaria sepan más tecnología que sus profesores. Y siendo sincero, ¿para qué quiero que mis hijos memoricen datos históricos que van a olvidar a los pocos días, si pueden acceder a ellos a través de internet? Yo quiero que aprendan a pensar y a progresar a partir de ese conocimiento. Lo importante no es saber que Colón descubrió América en 1492, sino preguntarse cómo cambió el mundo a partir de entonces.
La astronomía también ha cambiado nuestro mundo. Un capítulo del libro plantea las incertidumbres del ‘negocio extraterrestre’. ¿Qué conflictos existen?
Supongo que este año, en 2014, se lanzará la primera iniciativa por parte de la firma Planetary Resources para explotar un asteroide en términos mineros. Si se calcula que un asteroide de 500 metros tiene más platino del que existe en todo el planeta, esto puede producir una quiebra en la economía muy importante.
Otro negocio es el de los laboratorios que comercializan experimentos en el espacio. ¿A qué tipo de empresas le interesa?
Un caso conocido es el de la marca Kenzo. Este perfume envió un tipo de rosa a un entorno de microgravedad para dejar que floreciera y recoger la fragancia resultante. Era completamente distinta a la que se genera en la Tierra y con ello hicieron un perfume. Es otra una manera de hacer productos nuevos y de testar otros. Se puede enfocar también a desarrollar nuevas aleaciones, nuevas configuraciones, etc.
Vaticina que antes del 2025 se hallará una prueba de vida no terrestre. ¿Qué tipo de vida cree que se va a encontrar?
No creo que se vaya a encontrar vida extraterrestre en el sentido de que nos vayamos a tropezar con una civilización alienígena. Lo más probable es que se halle algún ejemplar fosilizado de una bacteria procedente de otro planeta o que tiene una biología distinta a la del nuestro. Esto va a llenar titulares, pero no va a cambiar la mentalidad de la gente. Muchos se van a seguir preguntando si no será una creación de Disney, como sucedió con el viaje a la Luna. La gente va a dudar hasta que no se encuentren con un ET a la puerta de su casa que les pida un trozo de pizza. Sin eso, no habrá un cambio de mentalidad como el que se generó con el descubrimiento de América o la concepción de que la Tierra gira alrededor del sol, y no al revés.
¿Cuáles son los problemas que pueden surgir a partir de ese descubrimiento?
Uno de los grandes temas es plantearse quién lo descubrirá. Supongamos que es una empresa, como la que he nombrado anteriormente que va a explotar minería en otros territorios. Hay que preguntarse previamente si le corresponde a esa empresa privada la patente de la vida extraterrestre o toda explotación que se haga a partir del hallazgo.
¿Será necesaria una legislación para el espacio exterior?
De la misma forma que se hizo un modelo nuevo de legislación para el tratado comercial de la Antártida, existe un modelo de tratado del espacio que se va a tener que adaptar a los tiempos. Nuestra tecnología nos permitió hacer descubrimientos sin existir previamente esas leyes. Con internet se ha visto claramente.
Otro dilema del libro es el de la tecnología para desenmascarar crímenes o para detectar psicópatas. Muy en la línea del guión de la película Minority Report.
Es posible, en cierto sentido, medir si una persona tiene tendencias psicópatas a través de la configuración del cerebro y la genética. Lo que se plantea es si una madre querría saber si su hijo tiene un perfil de psicópata, teniendo en cuenta que son los responsables del 80% de los crímenes violentos. Y si lo supiera, ¿qué haría? La tecnología nos está enfrentando a dilemas morales como la patente de la vida, o si es lícito que por poseer el dinero suficiente alguien pueda imprimir dos corazones por año.
¿Y respecto a la clonación de seres humanos?
Existe una moratoria por la que no se pueden clonar humanos, pero en algún momento un científico va a hacerlo. No entro a valorar si es bueno o malo, pero va a suceder. ¿Qué pasará con esa persona? ¿Qué derechos tendrá? Esta cuestión necesita un debate, porque la tecnología avanza de tal forma que en algún momento nos vamos a topar de cara con esa posibilidad.
¿Qué profesiones demandará esta ciencia del mañana?
Ya hay ingenieros climáticos que crean sistemas para alterar la lluvia o rebotar los rayos solares en una determinada zona del planeta. De hecho, para las olimpiadas de China se probó cómo evitar la lluvia y la contaminación. Si se está experimentando con la alteración del clima, ¿debería haber policías climáticos para controlar que no se perturbe en busca del beneficio propio?
En definitiva, ¿con qué espera que se quede el lector de todo esto?
El objetivo del libro es que cuando lo cierres te plantees este tipo de preguntas y tengas la base para crear tu propia opinión sobre los temas que se tratan. Yo doy la información, no las respuestas.