Hace once años un programador estadounidense utilizó por primera vez bitcoines para pagar unas pizzas. Desde entonces, tanto el valor como el uso de esta moneda digital se han disparado, así como su consumo energético que no sale gratis al planeta. Pero ya que todo empezó con comida, ¿qué hubiera pasado si en lugar de minar bitcoines hubiéramos producido alimentos?
El Parlamento Europeo ha votado a favor de liberar de manera temporal la propiedad intelectual de las vacunas contra el coronavirus. No obstante, Bruselas rechaza una liberalización completa, ya que perjudicaría a las farmacéuticas, pero si pide a estas firmas que las ofrezcan a precios asequibles a las naciones con menos recursos.
En España, varias compañías privadas contribuyen a la vacunación contra el SARS-CoV-2, con proyectos que van desde la fabricación de antígenos y compuestos para ensayos clínicos hasta el envasado y producción de los fármacos. Para ello han contado con más de 7,7 millones de euros en financiación pública.
El mobiliario que ofrecen grandes cadenas son asequibles y rápidos de fabricar, pero, precisamente por eso, se estropean y cambian con frecuencia. Como la moda rápida, la fast furniture tiene un coste en el ecosistema.
Hace más de veinte años, Sudáfrica y la India lograron vencer los intereses de las grandes farmacéuticas para poder importar y fabricar versiones genéricas de la combinación de antirretrovirales. ¿Se podría hacer algo parecido para superar la actual pandemia? ¿Sería suficiente con la suspensión temporal de las patentes de las vacunas?
La bióloga neoyorkina Nancy Hopkins se ha destacado tanto por su investigación del pez cebra para el estudio del cáncer, como por su activismo de género. Ya jubilada, dice que nunca dejará de investigar y ha creado con otras colegas un grupo para ayudar a las mujeres a emprender en biotecnología.
El ingrediente utilizado es bajo en grasas saturadas, rico en fibra dietética y su composición se basa en la algarroba, en su desarrollo han colaborado con investigadores de la Universidad Francisco de Vitoria. Se espera que el producto llegue a los supermercados a comienzos de verano.
El dispositivo robótico ATLAS 2030, diseñado para ayudar a caminar a niños que sufren atrofia muscular espinal y parálisis cerebral, acaba de recibir el marcado CE de la Agencia del Medicamento y el Producto Sanitario. Este distintivo permitirá su distribución comercial internacional en hospitales y clínicas de rehabilitación.
Una nueva interfaz cerebro-ordenador permite a personas con parálisis convertir el pensamiento de estar escribiendo con la mano en un texto visible en una pantalla. El sistema, desarrollado por científicos de EE UU, consigue una rapidez similar a la de teclear en un smartphone.
El químico Javier Maira, responsable del Área de Estrategia Comercial e Internacionalización del CSIC, analiza la posible suspensión de las patentes de las vacunas contra el coronavirus propuesta por el presidente de Estados Unidos.