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El pelo, testigo de la cocaína

Un estudio presentado este mes por investigadores gallegos ha revelado que el pelo de un niño recién nacido puede ser la prueba que confirme la adición a la cocaína de su madre. Las últimas técnicas de análisis del cabello están permitiendo descubrir la presencia de cocaína en los bebés y también en víctimas de agresión sexual por “sumisión química”.

pelo
Toma de muestra de pelo para analisis toxicológico. Foto: IUML–USC

Es muy difícil que una madre reconozca que ha consumido drogas durante el embarazo, pero el pelo de su hijo la puede delatar. Investigadores del Instituto Universitario de Medicina Legal de la Universidad de Santiago (USC) han estudiado el cabello como indicador del consumo de drogas y señalan que existe una relación entre las patologías que presentan algunos niños prematuros y el consumo de cocaína de sus madres.

En el Hospital Xeral Cíes de Vigo, los expertos analizaron más de 80 muestras de pelo de bebés y del vello púbico de sus respectivas madres. “Los resultados muestran que un alto porcentaje de las madres de niños con algún tipo de problema al nacer habían consumido cocaína durante el embarazo”, señala Ana María Bermejo, una de las autoras del informe. Incluso en los casos de los bebés sanos, un 13% de las mujeres también dio positivo en cocaína. La investigadora considera que estos porcentajes “no están muy alejados de la realidad que se vive en regiones como Galicia”.

La cocaína puede provocar desprendimiento de la placenta y nacimientos prematuros, y en el bebé puede inducir un peso bajo, cuadro de agitación, síndrome de abstinencia y problemas de conducta durante su desarrollo. Por estos motivos los pediatras tratan de detectar estos casos antes de que el niño abandone el hospital.

Los análisis de sangre y orina indican si la madre consumió drogas en las últimas horas, pero los de pelo reflejan si sucedió durante los tres últimos meses del embarazo. Si la madre dejó de consumirla en un momento anterior también se puede detectar por otras técnicas, como el estudio del meconio, las primeras heces del recién nacido. Estos métodos son complementarios y se seleccionan dependiendo de los objetivos del estudio.

En el caso de los análisis del cabello los científicos emplean conjuntamente la cromatografía líquida, una técnica con la que separan las moléculas buscadas utilizando un fluido, y la espectrometría de masas, con la que identifican los diversos compuestos químicos. Este tipo de pruebas se vienen realizando desde la década de los 90.

El rápido método portugués

Recientemente el investigador portugués Mario Barroso, que realizó parte de su formación predoctoral en el instituto gallego, ha propuesto un nuevo método para detectar en el pelo restos de cocaína o de su metabolito principal, la benzoilecgonina. La técnica se realiza de forma rápida y con instrumentación asequible a cualquier laboratorio de toxicología forense.

“El análisis se puede realizar en solo un día de trabajo”, explica Barroso, “y de hecho, el paso de extracción de las drogas del interior del pelo (el paso limitante de toda la técnica) tarda solamente tres horas, lo que es muy poco comparado con las extracciones de 18 horas publicadas”. En lugar de la cromatografía de líquidos, el método utiliza la de gases, junto a la espectrometría de masas, “usando una instrumentación perfectamente accesible en la mayoría de los laboratorios”.

Barroso, que hoy trabaja en el Instituto Nacional de Medicina Legal de Portugal, recuerda que el análisis de cada segmento del pelo permite relacionar, “aunque siempre con precaución”, las drogas detectadas con su consumo en el pasado, teniendo en cuenta que el cabello crece aproximadamente un centímetro al mes. “Este tipo de estudios se pueden requerir para acceder a ciertos trabajos o para revalidar el carnet”, indica el experto.

Por su parte, la investigadora Bermejo recuerda que los procesos judiciales son los que más demandan los análisis del cabello, ya que las penas son menores para los acusados si se demuestra su drogodependencia. “Otras veces, especialmente en el caso de los jóvenes, son los psiquiatras o los propios padres y madres los que solicitan la prueba”, añade.

Someter a sumisión química

Mediante el examen del ADN, un simple pelo puede servir también para identificar a quienes cometen agresiones. Incluso el cabello de la persona agredida puede reflejar que ha sufrido algún tipo de sometimiento contra su voluntad, como la administración de sustancias químicas sin consentimiento. Es lo que se denomina ‘sumisión química’ (SQ).

Las benzodiacepinas, el alcohol, el cannabis y la cocaína aparecen frecuentemente implicados en la SQ. Son sustancias fáciles de conseguir y suministrar, actúan rápidamente, y producen amnesia y sedación.

En España no se han publicado datos relativos al porcentaje de delitos relacionados con la sumisión química, pero estudios epidemiológicos realizados en otros países indican que hasta un 17% de las agresiones sexuales podrían catalogarse como casos de SQ.

Para comprobar que se ha cometido este delito se cita a la víctima entre 3 y 5 semanas después de la supuesta agresión, tomando de su nuca dos mechones de pelo del grosor de un lápiz. Se cortan a ras del cuero cabelludo y se envían en un sobre de papel al laboratorio, indicando cuál es la punta y cuál la raíz.

“Los resultados pueden informar de la presencia de las sustancias que se sospecha pudieron ser suministradas, pero si fue un hecho puntual (durante una fiesta, por ejemplo), suele ser difícil detectarlas porque las concentraciones que quedan son muy bajas”, comenta otra de las investigadoras del Instituto Universitario de Medicina Legal, Angelines Cruz. “Es más fácil detectar un compuesto en el pelo cuando se ha ingerido de manera regular, como los tranquilizantes que a veces se facilitan a niños o ancianos”, añade.

La recomendación de la especialista para las posibles víctimas de una sumisión química es presentar cuanto antes la correspondiente denuncia, y en el momento de la exploración facilitar las muestras correspondientes, incluyendo análisis de sangre y orina. Si ya han transcurrido varias semanas o meses desde la agresión se puede recurrir al análisis del cabello, pero recordando siempre las limitaciones del método.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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