Dos nuevos estudios muestran que el cansancio psicológico al dejar el tabaco es un factor clave en las recaídas, mientras que abandonar el hábito, incluso a partir de los 50 años, se asocia con un declive cognitivo más lento.
El tabaquismo sigue siendo una de las principales causas de enfermedad y muerte prevenibles en el mundo, pero dos nuevos estudios aportan pistas clave para prevenir recaídas y mejorar la salud cerebral tras dejar el tabaco.
El primero, publicado en Addiction por investigadores de la Universidad Deakin (Australia), revela que el motivo más fiable para explicar por qué los exfumadores vuelven al hábito no son los impulsos de consumir tabaco ni la falta de confianza, sino el cansancio mental de sostener la abstinencia.
Este fenómeno, denominado fatiga de cesación psicológica, refleja el agotamiento emocional que implica mantenerse alerta para no recaer, incluso años después de haber dejado de consumir.
Dejar de fumar es notoriamente difícil: alrededor del 95 % de los intentos sin ayuda terminan en recaída
El estudio, basado en casi 2 000 exfumadores de Australia, Canadá, Inglaterra y Estados Unidos, observó que quienes presentaban niveles altos de esa fatiga tenían un 64 % más de probabilidades de recaer que los que reportaban bajo cansancio.
“Dejar de fumar es notoriamente difícil: alrededor del 95 % de los intentos sin ayuda terminan en recaída”, recuerda el autor principal, Hua Yong, quien sugiere incorporar la evaluación de esta fatiga en los chequeos de salud y ofrecer apoyo preventivo cuando aparezcan los primeros signos de agotamiento.
El segundo trabajo, liderado por Mikaela Bloomberg y Andrew Steptoe, ambos del University College London, ofrece una perspectiva complementaria: abandonar el tabaco, incluso en la madurez, se asocia con un deterioro cognitivo más lento.
El estudio, publicado esta semana en The Lancet Healthy Longevity, analizó datos de 9 436 personas mayores de 40 años en 12 países. Quienes dejaron de fumar experimentaron una reducción significativa en la velocidad de su declive cognitivo durante los seis años posteriores al abandono, en comparación con quienes continuaron fumando: el ritmo de pérdida de fluidez verbal se redujo a la mitad y el de memoria se ralentizó un 20 %.
“Parece que nunca es demasiado tarde para dejar de fumar, también por el bien del cerebro”, señala Bloomberg. “Estos resultados son especialmente importantes porque los fumadores de mediana y avanzada edad suelen ser los menos propensos a intentar dejarlo, pese a que sufren más sus efectos”.
Parece que nunca es demasiado tarde para dejar de fumar, también por el bien del cerebro
El beneficio cognitivo podría explicarse porque el tabaco daña los vasos sanguíneos que nutren el cerebro, genera inflamación crónica y estrés oxidativo. Aunque el estudio es observacional y no demuestra causalidad directa, los autores destacan que sus resultados coinciden con investigaciones previas que vinculan la cesación tabáquica con menor riesgo de demencia a largo plazo.
En conjunto, ambos trabajos subrayan un mensaje común: comprender las causas psicológicas de la recaída y reforzar la motivación para dejar el tabaco a cualquier edad son estrategias esenciales para la salud mental y cerebral.
Referencias:
Yong H.-H. et al., “Understanding the Role of Cessation Fatigue in Smoking Relapse: Findings from the International Tobacco Control Four Country Smoking and Vaping Survey”, Addiction, 2025.
Bloomberg M. et al., “Quitting smoking, even late in life, linked to slower cognitive decline”, The Lancet Healthy Longevity, 2025. DOI: 10.1016/j.lanhl.2025.100753