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Hasta ahora, pocos estudios demostraban que las cianobacterias marinas no obtenían solo alimento a partir de la fotosíntesis. Una revisión de estudios confirma que estos organismos también incorporan compuestos orgánicos del medio ambiente.
La fauna de latitudes antárticas podría estar en peligro por los patógenos que dispersan los humanos en localidades y bases científicas del océano sur, según un estudio liderado por la Universidad de Barcelona y el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias.
Encontrar alimento para criar a los polluelos puede ser una misión cada vez más difícil para las aves marinas debido a los efectos del cambio global. Así lo constata un nuevo estudio, con participación de la Universidad de Barcelona, que ha analizado los patrones de reproducción de 62 especies de aves marinas de 1952 a 2016.
Los ecosistemas marinos profundos –de 100 a 1.000 metros de profundidad– están dominados por especies longevas que llegan a vivir cientos o miles de años, mientras que en aguas someras abundan generalmente las especies que solo viven algunas decenas de años. Esta es la conclusión principal de un estudio internacional sobre biología y ecología marina lleva a cabo por la Universidad de Barcelona, el Instituto de Ciencias del Mar y la Universidad de Colorado (EE UU).
La actual crisis de la fauna oceánica es diferente de las cinco grandes extinciones que han ocurrido en la Tierra en los últimos 550 millones de años. Ahora, cuanto mayor sea el animal, más riesgo de extinción corre porque sus ejemplares están más valorados para el consumo humano. Con estas nuevas pruebas, los científicos reclaman un cambio en los tratados de caza y pesca para frenar la sexta extinción en masa.
Investigadores de biología animal de la Universidad de Barcelona han identificado las estrategias de supervivencia de la esponja marina Mycale acerata, común en latitudes antárticas. Según el estudio, la esponja es capaz de producir un vitelo completamente lipídico que podría favorecer el desarrollo rápido de la larva y aumentar así las posibilidades de supervivencia de la especie en las frías aguas del océano Austral.
Calar las artes de pesca por la noche, combinar la calada nocturna con líneas espantapájaros, aumentar la velocidad de hundimiento del palangre, mantener el pescado tapado en cubierta, evitar las luces muy potentes en los barcos y no tirar pescado al mar antes de la calada o la salida del puerto. Estas son algunas de las mejores estrategias para evitar las capturas accidentales de aves marinas por parte de los buques palangreros en el Mediterráneo, tal y como indica el Manual de buenas prácticas en la pesca de palangre de fondo de la Universidad de Barcelona y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad.
Los erizos son invertebrados marinos que actúan como agentes modeladores de la riqueza biológica de los fondos oceánicos. Pero una proliferación excesiva de estos animales bentónicos también puede tener un grave impacto ecológico sobre los fondos marinos, que se convierten en blanquizales oceánicos porque se reduce la cobertura de algas, y en consecuencia se limita la supervivencia de otras especies marinas.
El 70% de las aves estudiadas por el Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad de Barcelona había ingerido plásticos. El artículo se publica en la revista Marine Pollution Bulletin.
Las capturas accidentales, un fenómeno habitual que está ligado a las artes de pesca, es una de las grandes amenazas para la conservación de las poblaciones de aves marinas. Determinar la mejor estrategia para reducir la captura accidental de aves marinas por los palangreros es el objetivo de la campaña científica del equipo dirigido por el profesor Jacob González-Solís, del Instituto de Investigación de Biodiversidad de la Universidad de Barcelona.