No podrás conectarte si excedes diez intentos fallidos.
La Agencia SINC ofrece servicios diferentes dependiendo de tu perfil.
Selecciona el tuyo:
Licencia Creative Commons 4.0
No podrás conectarte si excedes diez intentos fallidos.
La Agencia SINC ofrece servicios diferentes dependiendo de tu perfil.
Selecciona el tuyo:
A bordo de un velero, la expedición Tara Oceans ha recorrido miles de kilómetros para analizar la diversidad marina de todo el planeta. Dos de sus estudios, centrados en los organismos microscópicos, proporcionan evidencias para comprender el impacto de la crisis climática en los océanos.
La imagen de un gran tiburón blanco saliendo con fuerza del agua para capturar a sus presas no es exclusiva de esta especie. El tiburón peregrino, el segundo pez más grande del mundo y pacífico consumidor de plancton, se eleva fuera del agua tanto como lo hace su primo depredador y a una velocidad de 5,1 metros por segundo. Es el protagonista de #Cienciaalobestia.
Científicos de la Universidad de Granada y el Massachusetts Institute of Technology han demostrado por primera vez que los microorganismos del plancton, en vez de desarrollar un modo de vida solitario, se organizan entre sí en comunidades complejas, aunque de vida muy corta y rápidamente cambiantes.
Un equipo internacional de científicos, liderado por un centro español, ha logrado demostrar que el tamaño del plancton marino es clave para su dispersión y distribución global. El hallazgo es relevante ya que el plancton es la base de la cadena alimentaria en el mar, produce el 50% del oxígeno que respiramos y a la vez retira CO2 de la atmósfera. Estas funciones dependen de la distribución de las diferentes especies que componen el plancton y del tamaño de los organismos.
Dos micropaleontólogos de la Universidad de Zaragoza han descubierto en Túnez una nueva especie fósil de plancton marino que tendrá importantes consecuencias a la hora de analizar la extinción masiva del límite Cretácico/Terciario (o límite K/T), que acabó con la era de los dinosaurios hace 66 millones de años. El hallazgo echa por tierra la teoría de que los actuales foraminíferos planctónicos provienen evolutivamente de unas pocas especies resistentes que sobrevivieron a la extinción.
A bordo de un velero tuneado para la ocasión, un consorcio internacional y multidisciplinar de más de cien científicos, entre ellos un equipo español, ha investigado el plancton de los océanos del planeta durante tres años. Los resultados de esta singladura, que ha recogido 35.000 muestras de 210 puntos oceánicos, describen una diversidad de genes, de organismos y de interacciones entre ellos mucho mayor de la que se tenía noción. Los resultados se publican hoy en un número especial de la revista Science.
Parada del velero Tara en Nueva York, donde los responsables de la expedición se reunieron con el secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, quien manifestó su apoyo a las actividades propuestas por Tara Oceans en la conferencia Río+20. / V.Hilaire/Tara Expéditions
Tras la erupción del volcán submarino de El Hierro en las islas Canarias, el ecosistema marino se vio alterado por una perturbación significativa en las propiedades físico-químicas del agua. Un estudio, publicado en PLoS ONE, demuestra que, durante los tres meses siguientes a la erupción, la biodiversidad en el agua se redujo pero la comunidad bacteriana aumentó de actividad y abundancia produciendo un cambio en la composición de las especies.
Una investigación desarrollada en el marco de la Cátedra Iberdrola de la Universidad de Salamanca pretende estudiar la influencia de los pantanos en las aves, los peces y el plancton. En concreto, el proyecto se desarrolla en los embalses zamoranos de Villalcampo y Castro y tiene como objetivo final mejorar el manejo de estos lagos artificiales por parte del hombre, que hasta la fecha decide cuándo retener las aguas o cuándo desalojarlas sin tener en cuenta diversos aspectos medioambientales.
El cambio climático y el consecuente deshielo del Ártico han provocado que una especie de plancton llamada Neodenticula seminae reaparezca en el Atlántico Norte, donde se extinguió hace 800.000 años. La disminución del hielo polar ha permitido abrir un corredor noroeste desde el Pacífico, a través del Polo Norte, hasta el Atlántico.