La nebulosa Sh2-54 en el infrarrojo con el telescopio VISTA, en el Observatorio Paranal de ESO. / ESO
En la madrugada de este 4 de enero, una de las lluvias de meteoros más intensa del año –junto a las perseidas y las gemínidas– alcanzará su pico de actividad, con casi cien por hora. El espectáculo astronómico será retransmitido desde el Observatorio del Teide (Tenerife) y “El Anillo” de Extremadura.
Al norte de Argentina, a casi 5000 metros de altura, nuevas ‘ventanas’ se abren para descifrar los misterios del universo. La última es un observatorio cosmológico internacional, que ya rastrea las huellas de la furiosa expansión cósmica ocurrida una fracción de segundo después del Big Bang.
La misteriosa configuración de la nebulosa NGC 3132 es fruto del gas y polvo expulsado por una estrella moribunda, un material que luego fue arrojado en direcciones concretas por varias estrellas compañeras. Así lo muestra un estudio internacional, portada de Nature Astronomy, realizado con las observaciones del telescopio espacial James Webb.
La cápsula Orion de la NASA ha amerizado este domingo en el Pacífico tras completar un viaje sin tripulación de casi 26 días alrededor de la Luna. El objetivo de este primer vuelo de prueba del programa Artemis es preparar la presencia humana permanente en nuestro satélite y más allá.
Los astrofísicos pensaban que las explosiones de rayos gamma (GRB) cortas, de menos de dos segundos, se producían por la fusión de estrellas de neutrones, y las largas, por la muerte de estrellas muy masivas. Sin embargo, se ha observado una GRB durante casi un minuto tras fusionarse dos estrellas de neutrones, lo que exige una revisión del marco teórico que explica estos potentes estallidos en el universo.
Gracias a los ‘ojos’ infrarrojos del telescopio espacial James Webb, se ha observado con una nitidez sin precedentes la luz difusa y muy débil de estrellas que no están unidas gravitacionalmente a ninguna galaxia dentro de grandes cúmulos. Los datos, procesados en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), también ofrecen pistas sobre la materia oscura.
Hace 3.400 millones de años un asteroide impactó contra un océano poco profundo en Marte, generando un gigantesco tsunami. Sobre los sedimentos que quedaron, un buen lugar para buscar indicios de vida, aterrizó en 1976 la primera sonda que operó con éxito en el planeta rojo. Así lo recoge un estudio internacional liderado por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Gracias al excepcional brillo del fenómeno, telescopios terrestres han tenido la suerte de observar en distintas longitudes de onda un raro evento de disrupción de marea (TDE), en el que un agujero negro supermasivo emite chorros de radiación mientras desgarra una estrella. La mayoría de los TDE se han observado en el universo cercano, pero este procedía de una galaxia situada a 12.400 millones de años luz.
La cápsula Orion de la NASA ha logrado distanciarse 434.522 kilómetros de la Tierra en su viaje alrededor de la Luna. Esta nave no tripulada de la misión Artemis I ha llegado más lejos que el Apolo 13.