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Sustancias vendidas como sales de baño se alzan como un nuevo estupefaciente que provoca efectos similares a los del MDMA o las anfetaminas. Su consumo ha aumentado significativamente durante este último año: en EE UU, de las 300 llamadas por envenenamiento con este compuesto recibidas en 2010, se ha pasado a 1.782 en 2011.
“El paciente llegó al hospital con síntomas similares a los provocados por la metanfetamina, la cocaína y el MDMA. Sin embargo, daba negativo a los test de drogas”, relata a SINC Jeremy Moad, investigador de la Universidad de Oklahoma. “Empecé a sospechar de un posible abuso de ‘sales de baño’, y efectivamente, la familia encontró la sustancia en el cuarto del chico”.
Su informe, presentado en el Congreso Anual de la Escuela de Médicos del Tórax de EE UU, detalla episodios de agitación, paranoia, alucinaciones y comportamiento violento. No es un suceso aislado. El uso de esta sustancia, comercializada bajo la etiqueta de sales de baño “es un problema grave en todo el mundo”, afirma Moad.
“Esta droga está presente en Europa desde 2003 y se hizo muy popular en 2007. Apareció en EE UU en 2009 y su consumo ha aumentado de manera alarmante durante estos años”, relata Moad. De las 300 llamadas por envenenamiento con estas sales en 2010 se ha pasado a 1.782 en 2011 en EE UU.
Los componentes principales de las ‘sales de baño’ son la mephedrona y la Methylenedioxypyrovalerone 3,4 (MDPV). “Son estructuralmente similares y producen los mismos efectos deseados que el MDMA, el metilfenidato (un psicoestimulante) y ciertos tipos de anfetamina”, explica el investigador.
Esta droga es un potente estimulante que actúa en el sistema nervioso central y sistema cardiovascular, produciendo euforia, incremento de la atención y del estado de alerta, excitación, ansiedad, agitación, disminución del apetito, aumento del ritmo cardiaco y de la presión arterial y vasoconstricción. Los efectos duran de 3 a 4 horas y los efectos secundarios pueden prolongarse de 6 a 8 horas.
El uso de esta sustancia puede provocar taquicardia, hipertensión, alucinaciones, ataques de apoplejía, infarto e incluso la muerte. “Básicamente, tiene los mismo efectos secundarios que la cocaína, la metanfetamina y el MDMA. Aunque aparentemente no hay consecuencias psicológicas duraderas”, detalla Moad.
Los detectores de drogas no identifican la sustancia, que además se registra bajo nombres aparentemente benignos y se clasifica como ‘no para consumo humano’. “Se etiqueta de esta manera para escapar de los controles y con intenciones subversivas”, asegura Moad. Pese a ello, la sustancia ya está ilegalizada en 26 estados de EE UU y en algunos países europeos como Dinamarca.
Los expertos creen que estas drogas se manufacturan en China, Afganistán o India. “Se desarrollan muchas drogas cada día. Cuando una sustancia se ilegaliza, se reestructura químicamente para producir los mismos efectos pero poder evitar la ley, gracias a la diferencia estructural”, advierte el investigador.