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Se confirman los rumores: los científicos de la misión europea Planck van a colaborar con los norteamericanos de BICEP2 para dilucidar si las señales captadas por este radiotelescopio terrestre son realmente ondas gravitacionales procedentes de los primeros ecos del Big Bang o, por el contrario, proceden del polvo galáctico. Según Enrique Martínez, investigador de Planck, “en menos de un mes” su equipo publicará un artículo que aclarará el origen de la señal.
En el mundo de la física de altas energías también hay cotilleos. Estos días, una de las preguntas que más se han escuchado por los pasillos de la 37ª Conferencia Internacional de Física de Altas Energías que se celebra en Valencia es: “¿Se sabe algo de lo del BICEP?”.
La expectación creció cuando ayer el padre de la teoría de la inflación cósmica, Alan Guth, contó ante un auditorio de mil personas los últimos rumores del sector: en pocas semanas, se podría saber si su teoría resulta confirmada por pruebas experimentales o si, por el contrario, la gran ilusión de los físicos se queda en simple polvo galáctico. Los representantes del radiotelescopio BICEP, creadores del revuelo, y del único instrumento que podrá juzgarlo, la misión Planck, han despejado algunas dudas. Aunque no las principales.
“Tendremos una primera respuesta en menos de un mes. Publicaremos un artículo en la revista Astronomy and Astrophysics el que esperamos aclarar qué proporción de la señal puede ser debida al polvo polarizado de nuestra propia galaxia, y qué parte procede de los orígenes del cosmos”, ha confirmado el físico Enrique Martínez González, de Planck, a los periodistas. “Ahora mismo, esta es nuestra prioridad: confirmar o desmentir la detección de ondas gravitacionales. Es el tema más importante de la cosmología actual”.
Martínez, del Instituto de Física de Cantabria, forma parte del equipo de la misión Planck. Desde una distancia de 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, este satélite de la Agencia Espacial Europea ha recogido un mapa completo del fondo cósmico de microondas, el eco primitivo del Big Bang. Gracias a sus datos de polarización de la esfera celeste, Planck será el único instrumento capaz de dilucidar si las medidas del radiotelescopio terrestre BICEP2, situado en la Antártida, son la panacea que anunciaron sus responsables en el mes de marzo.
Los datos de la misión Planck de la ESA servirán para comprobar la validez de las medidas de BICEP2.
Los científicos de BICEP2, en su mayoría norteamericanos, revolucionaron a los cosmólogos al declarar a bombo y platillo que habían visto la huella de las ondas gravitatorias primigenias en los ecos del Big Bang; en sus propias palabras, “el humo del arma que dio el pistoletazo de salida al universo”. Posteriores análisis de sus datos han puesto en duda estas conclusiones.
De la euforia inicial, los físicos de BICEP pasaron a reconocer la posibilidad de que no hubieran descartado bien el polvo de nuestra galaxia en las observaciones. Para colmo, podrían haber malinterpretado un mapa preliminar del universo captado por el satélite Planck, tomado de la diapositiva de una presentación, y que sirvió de referencia para el equipo de BICEP. Y por si fuera poco, el equipo de Planck se enteró de todo esto por la prensa.
Fue un anuncio precipitado
Ahora, todos sus colegas de profesión parecen estar de acuerdo en que se precipitaron. Incluso ellos mismos. “No creo que en el futuro volvamos a hacer un anuncio de esta manera”, ha declarado a Sinc Roger O’Brient, científico posdoctoral de la NASA implicado en el experimento BICEP, que ha acudido a la cita en Valencia para dar cuenta de su proyecto a la comunidad de físicos. Aunque también ha dicho que no se arrepienten.
Más allá de críticas y lamentos, el problema ahora consiste en saber qué hay de cierto en aquellos resultados, que ya han sido revisados y en junio se publicaron en Physical Review Letters. “Tenemos que confirmar si esa señal es de origen cósmico o galáctico, porque la opinión pública quiere saber si hay o no hay ondas gravitacionales”, asegura Martínez.
Para ello, “lo que puede aportar más riqueza es la puesta en común de ambos equipos”, declara Martínez, quien confirma otro de los rumores que adelantó Guth: “Los científicos de Planck y BICEP estamos en conversaciones para hacer un análisis conjunto que dé una respuesta lo más precisa posible a todas las preguntas”, reconoce el español.
Algo que también corrobora O’Brient: “Sí, vamos a colaborar para combinar nuestros resultados. Los dos equipos estamos entusiasmados con ello”.
Solo Planck puede dar respuestas rotundas
A pesar de este entusiasmo, lo que no tienen claro es en qué fecha esperan dar a conocer los resultados conjuntos. Según los vaticinios que ayer hizo Alan Guth, Planck revelará los datos finales de su misión, incluidos los de polarización del cosmos, en octubre o noviembre; y después, a final de año, se publicará el trabajo colaborativo de los dos grupos.
Pero, según O’Brient, “las previsiones de Guth son demasiado optimistas, el equipo de Planck está muy ocupado trabajando con sus datos y estas cosas llevan su tiempo; yo espero que sea cuestión de unos meses”.
Aunque ambos instrumentos, BICEP y Planck, recogen señales del universo, sus modos de operación difieren. “El telescopio BICEP, que observa el cielo desde la tierra, es muy sensible en una ventana de 150 GHz. Puede decir ‘aquí hay señal’, pero no a qué se debe”, explica Martínez. “Planck barre un rango de frecuencias de 30 a 900 GHz. Es menos sensible, pero más robusto y sí puede confirmar si la señal es o no es de origen cósmico”.
Además, “Planck mira el cielo completo, con 40.000 grados cuadrados, frente a los 400 que cubre BICEP”, añade.
Detrás de esta historia de anuncios y desmentidos, subyace una cuestión peliaguda: ¿Por qué los miembros del equipo americano echaron las campanas al vuelo tan pronto y con aquel tono triunfalista? Y sobre todo, ¿por qué llamaron a la prensa antes de que sus conclusiones hubieran pasado por el tamiz de una buena revisión?
“El proceso de escrutinio necesario para aceptar resultados científicos es muy lento, por eso creo que es bueno que la prensa conozca los resultados al mismo tiempo que la comunidad científica –declara a Sinc Alan Guth–. Pero probablemente los responsables de BICEP deberían haber sido más cautelosos y críticos consigo mismos a la hora de presentarlos”. Una opinión que comparte Rolf-Dieter Heuer, director del CERN: “Nosotros anunciamos el bosón de Higgs a la prensa a la vez que a los investigadores, pero había una diferencia respecto al caso BICEP: teníamos dos experimentos independientes, ATLAS y CMS, que daban los mismos resultados”.
¿Nobel para Linde y Guth?
Los de BICEP no solo se dieron demasiada prisa, sino que incluso apoyaron su lanzamiento con un emotivo vídeo en YouTube que pronto se hizo viral. En él, Chao-Lin Kuo, joven investigador de BICEP, se presentaba en la puerta de la casa de Andrei Linde, el físico de 66 años que en 1982 dio la forma moderna a la teoría de la inflación cósmica.
Kuo le anunciaba su gran hallazgo, Andrei Linde y su esposa se emocionaban, y los tres acababan brindando con champán. Resultaba conmovedor escuchar las reflexiones del cosmólogo: "Espero que no sea un engaño. Siempre he vivido con esta sensación. ¿Y si me estoy engañando? ¿Y si creo en esto solo porque es bello?".
Lo que ahora muchos se preguntan es qué hará Kuo si finalmente la señal del telescopio es un engaño, como temía Linde. ¿Irá de nuevo a su casa para decírselo? “No, no creo que debamos ir a molestar a Andrei otra vez”, responde Roger O’Brient.
Por ahora, habrá que esperar a final de año para tener cierto grado de certeza. Mientras tanto, por los pasillos del ICHEP2014 corre otro rumor: si se confirma la gran evidencia sobre la inflación cósmica, ¿les darán el Nobel a Linde y a Guth?