La lucha constante entre los virus y nuestro sistema inmunitario guarda paralelismos con la forma en que interpretamos las palabras. Investigadores del MIT han aplicado herramientas de aprendizaje automático para identificar zonas proteicas que pueden ayudar al coronavirus y otros patógenos a escapar de los anticuerpos y de las vacunas.
En un momento tan necesario como el actual, investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia han desarrollado un sistema que, utilizando aire como refrigerante y alimentación eléctrica, mantiene la cadena del frío de las vacunas a temperaturas de hasta -200 ºC. Se puede aplicar en todo tipo de cámaras, desde las pequeñas enchufadas al mechero de una furgoneta hasta los grandes contenedores de barcos y camiones.
Las técnicas de optimización basadas en el comportamiento de las hormigas se suelen centrar en la forma en que estos insectos encuentran el camino más corto, pero científicos del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC también se han fijado en cómo algunas especies marcan los lugares por los que no hay que pasar. Los resultados se pueden aplicar para resolver problemas de logística o búsqueda de fármacos.
Algunos parámetros sanguíneos se pueden medir de forma no invasiva con luz infrarroja. Aplicando esa propiedad, investigadores del instituto ICFO han desarrollado un biomarcador de la salud endotelial y microvascular destinado a personas ingresadas en la UCI por el coronavirus. El dispositivo se ha comenzado a probar en el antebrazo de pacientes del Hospital Parc Taulí y otros centros sanitarios de España y América.
La tecnología de biochips que el Centro de Astrobiología lleva años desarrollando para la detección de vida en otros planetas se ha aplicado ahora en un ensayo serológico para detectar la COVID-19 a través de anticuerpos. En el proyecto colaboran otros centros de investigación españoles y el Hospital Central de la Defensa.
La carga del virus que causa la COVID-19 se puede inactivar en superficies y lugares cerrados si están a 56 ˚C durante 52 minutos, o bien 7 minutos y medio a 65 ˚C. Así lo recoge un estudio del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias, que propone la desinfección térmica como una alternativa a la química para esterilizar vehículos y otros medios de transporte.
Investigadores de la Universidad de Granada están desarrollando un dispositivo portátil para el diagnóstico precoz y seguimiento de la COVID19. Está basado en una matriz de biosensores de grafeno que detecta anticuerpos en las diferentes etapas de la enfermedad, lo que permitirá identificar pacientes asintomáticos, estudiar la evolución de los que tienen síntomas y determinar la inmunidad de los curados.
Investigadores del Instituto IMDEA Nanociencia están desarrollando un sensor para identificar la presencia del coronavirus SARS-CoV-2 mediante diminutas partículas de oro con ADN. Estas tiñen de rojo una disolución, pero el color desaparece con la presencia del ARN viral.
Los virus y bacterias se suelen detectar mediante test basados en sus datos genéticos, pero en el futuro se podrían identificar de otra manera: por sus vibraciones. Usando sensores optomecánicos, investigadores del CSIC han logrado medir la frecuencia de resonancia de una sola bacteria, una información muy valiosa para conocer sus características y el tipo al que pertenece.
Investigadores del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología y otros centros europeos fabricarán un dispositivo biosensor para analizar en menos de 30 minutos la presencia del nuevo coronavirus en muestras de pacientes. El proyecto, denominado CoNVat, toma lo mejor de los sistemas de diagnóstico actuales, como las pruebas PCR y los test rápidos.