Hasta hace solo unos años, los fondos someros cantábricos escondían verdaderos bosques de grandes algas pardas conocidas como laminarias. Pero el aumento de la temperatura de las aguas las ha arrastrado al borde de la extinción en estas costas y está acarreando múltiples consecuencias sobre el ecosistema, una situación que preocupa a científicos de toda Europa y que una investigadora de la Universidad de Oviedo ha seguido de cerca durante 20 años.
Deterioro de una población de fucus en Asturias. Foto: Chely Fernández.
Trabajos de seguimiento de las poblaciones residuales de laminarias. Foto: José Manuel Rico Ordás
Un reducto de laminarias en la costa asturiana. Foto: José Manuel Rico Ordás
Lleva más de 30 años viendo cada día sobre su mesa la mejor ciencia del mundo antes de que nadie la haya publicado aún. Por las manos del director de Nature y de todo su grupo de publicaciones, Philip Campbell (1951), han pasado artículos que han hecho historia, como los de la oveja Dolly, el agujero de la capa de ozono y la transmisión del virus de la gripe aviar, que fue vetado por el Gobierno de EE UU. Ahora se enfrenta a un nuevo panorama, el de las publicaciones de acceso abierto en la Unión Europea. Campbell ha hablado con SINC del presente y futuro de Nature y la investigación de alto nivel.
La deforestación ha reducido la extensión de muchas reservas protegidas dentro de los bosques tropicales, y las especies animales y vegetales que viven en ellas ven su futuro amenazado. Según publica en la revista Nature un equipo internacional de científicos, es necesario tomar medidas que frenen la pérdida de biodiversidad de estas regiones.
Existen varias hipótesis sobre la extinción de los Homo neanderthalensis y una de ellas apoya la idea de los desastres naturales y los eventos climáticos extremos. Un equipo internacional de científicos muestra esta semana en la revista PNAS que los seres humanos modernos supusieron una mayor amenaza competitiva para los neandertales que, por ejemplo, la mayor erupción conocida de un volcán en Europa.
Carles Lalueza-Fox. Imagen: SINC
Hasta ahora, se consideraba que los rorcuales comunes en el Estrecho de Gibraltar y el Mar de Alborán formaban parte de la distribución de esta especie de ballena en el Mediterráneo. Sin embargo, un equipo internacional de científicos, liderado por un español, revela que su población se ha sobrevalorado al incluir individuos del Atlántico que visitan puntualmente el Mediterráneo occidental, donde el ruido generado por actividades humanas afectan a su supervivencia.