Además del ganado de pastoreo, las termitas, los elefantes y las aves de corral son capaces de reducir las posibilidades de un fuego forestal a través de su alimentación, sus huellas o al construir sus nidos.
Como ocurre en las ciudades, las comunidades de animales y plantas se organizan en barrios étnicos donde las especies menos abundantes se agrupan para fomentar su persistencia frente a las más competitivas. La descripción de este excepcional patrón en ecología es la principal conclusión de un estudio internacional en el que participan ocho instituciones españolas.
El sistema de señalización Eph/efrinas, que regula la organización de los tejidos en los vertebrados, ya estaba presente en organismos unicelulares anteriores a los animales, en contra de lo que hasta ahora se pensaba, como acaban de descubrir investigadores del Instituto de Neurociencias en Alicante.
La comparación de telómeros de cabras, delfines, gaviotas, renos, buitres, flamencos, elefantes, ratones y humanos revela que las especies cuyos telómeros se acortan más rápido viven menos tiempo. Los autores consideran que han encontrado un patrón universal que explica la duración de la vida.
El análisis del genoma de cerca de 300 equinos proporciona nueva información sobre cómo las antiguas civilizaciones manejaban, intercambiaban y criaban a estos animales durante los últimos 5.000 años. Los datos indican una gran pérdida de diversidad genética, así como la existencia de dos linajes de caballos actualmente extintos.
¿Sienten tristeza los perros, alegría los elefantes o amor los bonobos? Hasta el siglo XX se consideraba a los animales como seres no racionales y se interpretaba que no tenían la capacidad de sentir. Un ciclo en Caixaforum de Madrid abre el debate sobre la lógica del amor, también el animal.
En 2016 había en la Unión Europea 89 millones de cabezas bovinas, 147 millones de cerdos y 87 millones de ovejas. La ciencia del bienestar animal estudia cómo mejorar la calidad de vida de los animales de granja y cómo eso beneficia económicamente a los propios ganaderos.
Un equipo internacional de científicos demuestra por primera vez que la urbanización está cambiando el metabolismo de las comunidades de animales. El incremento de las temperaturas asociado a los entornos urbanos genera mayores costes para su fauna, que en la mayoría de los casos se vuelve cada vez más pequeña para sobrevivir. Para mariposas, polillas y saltamontes, el efecto es el contrario: su tamaño es cada vez mayor.