Gracias a tomógrafos cada vez más potentes, la paleoneurología está transformando nuestra comprensión de estos animales extintos. Investigaciones sobre el cerebro, el sistema nervioso y otros tejidos blandos que dejaron marcas en el cráneo de estas criaturas nos revelan sus capacidades cognitivas, así como también sus limitaciones.
En el mundo están registradas unas pocas decenas de yacimientos de icnitas —huellas en sedimentos o rocas— que demuestran la capacidad nadadora de estos animales. En este caso se trata de restos que se corresponden probablemente a espinosáuridos al intentar superar masas de agua.
Científicos españoles e italianos acaban de presentar los restos más antiguos conocidos de esta primera forma de homínido de trazos plenamente humanos. Se trata del fragmento de una mandíbula infantil, hallado en el frío altiplano etíope, lo que explicaría la adaptación del Homo erectus a esas condiciones climáticas antes de dar el salto fuera de África.
Los restos fósiles corresponden a ocho ejemplares de la especie Gomphotherium angustidens, de los que se han recuperado mandíbulas, colmillos, fémures y húmeros. Los trabajos de excavación suponen un importante hito no solo por la información obtenida, sino por el patrimonio recuperado, según el Ayuntamiento de Madrid.
Investigadores españoles analizaron rastros fósiles en Los Corrales del Pelejón, Galve (Teruel), y profundizaron en cómo era el ambiente y el modo en que afectaba al desplazamiento de los dinosaurios. Entre las nuevas aportaciones que arrojan aquellas huellas, se destaca la observación de que los animales caminaban en los márgenes de una pequeña laguna cercana a un cauce fluvial.
Hasta ahora, los fósiles de peces procedentes del fondo marino databan de 50 millones de años. La revista PNAS ha publicado un estudio, con participación española, sobre la existencia de trazas que habrían dejado tres especies de estos animales cuando se alimentaban o se movían.
La recién bautizada Burgessomedusa phasmiformis se ha encontrado en fósiles de 505 millones de años de antigüedad en Canadá. Los especímenes están muy bien conservados y demuestran lo poco que han cambiado estos depredadores blandos con tentáculos durante la historia de la vida en la Tierra.
Un grupo de investigadores canadienses y chinos ha descubierto los restos fosilizados de una especie de Psittacosaurus en el momento de ser atacado por un mamífero de menor tamaño, hace 125 millones de años. Los autores sugieren que los yacimientos de Lujiatun, en China, podrían aportar más pruebas sobre ecosistemas e interacciones entre especies.
Un esqueleto fosilizado muy bien conservado ha permitido describir a Tramuntanasaurus tiai, un reptil herbívoro que vivió en un ambiente tropical durante el Pérmico, hace unos 270 millones de años. En aquella época la actual isla mallorquina estaba unida al supercontinente Pangea.
Depredadores del Triásico seccionaron de un mordisco el cuello de reptiles marinos del género Tanystropheus, dejándolos sin cabeza. Así lo revelan dos fósiles descritos por paleontólogos de Alemania y España.