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La mimosa y la uña de gato son dos especies exóticas que están causando un gran impacto en los ecosistemas del noroeste de la península ibérica. Un estudio de la Universidad de Vigo y el Museo de Historia Natural de Nueva York alerta de que la presencia de estas plantas invasoras contribuye a las plagas de insectos herbívoros.
Ciervos, marmotas, ratones, caracoles o insectos desempeñan un papel central en los ecosistemas de praderas. Si faltan, las redes tróficas y los ciclos de nutrientes se desintegran y el medio se vuelve inestable. Un experimento realizado en los Alpes suizos revela además que las comunidades de invertebrados son los que finalmente mantienen la red en funcionamiento.
Hace más de nueve millones de años se inició un cambio en las condiciones ambientales que prolongó la estación seca y que influyó en la relación depredador-presa. A partir de los restos fósiles de mamíferos hallados en los yacimientos de Los Valles de Fuentidueña (Segovia) y Cerro de los Batallones (Madrid), un estudio demuestra que, a pesar del gran número de competidores que existían, algunos carnívoros como el perro-oso y la hiena primitiva cazaban herbívoros distintos de hábitats más abiertos que los demás.
Científicos de Argentina y Estados Unidos han elaborado un método que revela la densidad de la vegetación en épocas pasadas a través de los registros fósiles y lo han aplicado a la Patagonia para conocer las variaciones que sufrió esta región geográfica a lo largo de 38 millones de años. Esta información se puede relacionar con los cambios climáticos del pasado e incluso con las diferentes formas de los dientes de los animales herbívoros en distintas épocas.
Hace entre 24 y 20 millones de años, el cambio en la dieta de los herbívoros rumiantes, que pasaron de alimentarse exclusivamente de hojas, brotes y frutas a incorporar también los pastos, provocó que sus tasas de diversificación se disparasen. Este es uno de los principales resultados de un estudio internacional liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas que explica la diversidad de dietas observable en las especies actuales de herbívoros.
Un equipo, con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ha reconstruido los cambios ambientales y climáticos que se produjeron en la Península Ibérica desde el Mioceno final hasta el Pleistoceno medio a través del esmalte dental de mamíferos herbívoros.
Un estudio, que se publica en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), ha utilizado análisis estadísticos para determinar la dieta de 90 especies de dinosaurios terópodos. Los resultados demuestran que los celurosaurios, los que se parecían a las aves entre los que se encuentran el Tyrannosaurus rex, se alimentaban de plantas de forma habitual.
Un equipo internacional de científicos ha analizado en la cueva francesa de Arago el desgaste dental de los fósiles de animales herbívoros cazados por los Homo heidelbergensis. Es la primera vez que un método analítico permite establecer la duración de las ocupaciones humanas en yacimientos arqueológicos. La clave, los últimos alimentos que ingirieron estos homínidos.
La lengua del oso panda gigante es 'hervíbora'