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Vivimos en el Antropoceno, o la era geológica dominada por el hombre que moldea el planeta a su antojo. Katherine Richardson, presidenta del Centro de Ciencias de la Sostenibilidad de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) participó hace unos días en la conferencia Falling Walls de Berlín donde aprovechó para hablar de este término, Donald Trump, el cambio climático y los límites planetarios que marcarán la supervivencia de los seres humanos en la Tierra.
Katherine Richardson presidió la Comisión Danesa de Política sobre el Cambio Climático, que en 2010 presentó una hoja de ruta para que Dinamarca se liberara de los combustibles fósiles en 2050. Es también una de las principales científicas que acuñaron el concepto de ‘límites planetarios’, un marco para identificar un espacio operativo seguro para el desarrollo humano sostenible en la Tierra.
La definición de estos límites planetarios es relativamente reciente, comenzó a hablarse de ellos en 2009 y su estudio se ha consolidado en 2015. ¿Cómo los describe?
No me gusta demasiado el concepto de límites porque polariza la discusión y la gente lo identifica con que estamos ya al límite y no pasa nada. Pero esta no es la cuestión, sino que cuánto más cerca estemos de esos límites, más se incrementa el riesgo de que algo muy malo ocurra.
¿Cómo hay que interpretarlos?
Lo que hemos tratado de hacer con estos límites planetarios es que se puedan medir para conocer la presión que soporta la Tierra. Tú, por ejemplo, puedes tener una presión sanguínea por encima de 120 y eso no significa necesariamente que vayas a sufrir un ataque al corazón, pero sí que se incrementa el riesgo, por lo que tu médico tratará de hacer que disminuya. Nosotros hacemos lo mismo: estimar los límites planetarios.
¿Estamos ya al límite?
La situación es urgente. Sabemos que tenemos un problema con el agua, la biodiversidad y el clima. Estamos intentado identificar hasta qué punto podemos llegar antes de que cambien automáticamente las condiciones de vida que tenemos y no podamos seguir desarrollando nuestra sociedad. Utilizamos la ciencia para saber hasta qué punto la Tierra será un lugar operativo y seguro para la humanidad.
¿Qué efectos tienen los estudios sobre estos límites en las negociaciones sobre el clima?
Es un concepto muy apreciado y adoptado por los responsables políticos. La ciencia es capaz de actuar sobre la sociedad. No creo que los políticos deban decidir en qué debemos investigar, pero sí nos dicen qué resultados son útiles para ellos, y sentimos la obligación moral de mejorarlos. Antes de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, no teníamos un acuerdo internacional que recogiera el hecho de que los recursos de la Tierra son limitados.
En la Cumbre del Clima en Marrakech, Donald Trump está centrando parte de la atención. ¿Cómo afectará a la lucha contra el cambio climático que la presidencia de EE UU esté al mando de un negacionista como él?
Lo importante, y por lo que Obama trabajó tan duro para conseguir que EE UU firmara ya el Acuerdo de París, es que si estás integrado en el tratado puedes anunciar que vas a dejarlo, pero no antes de cuatro años. Trump puede decidir no continuar siendo parte de él, pero es un proceso en curso y EE UU tiene que respetarlo por lo menos durante esos años. Esto puede ser suficiente para salvaguardarlo de los pasos que Trump intente dar en sentido contrario.
¿Pueden los medios de comunicación mejorar la cobertura que hacen sobre cambio climático?
Claro que pueden, muchas veces lo cubren como si fuera un tema de predicciones. Los medios no retratan suficientemente este tema porque no describen el problema global como lo que es, se centran en pequeñas partes.
¿Estamos suficientemente informados sobre la crisis climática?
Creo que no. La gente no entiende que la crisis climática es el problema más importante sobre el que actuar en este momento relacionado con el medioambiente. El mensaje más importante que hay que dar es que hay gestionar el clima para salvarnos a nosotros, no al planeta, que se conserva a sí mismo perfectamente. Lo que nos falta es la voluntad política para hacerlo.
¿Qué hay que esperar de esta nueva cumbre después del acuerdo logrado el año pasado en París?
Necesitamos crear nuevos mecanismos en las cumbres para gestionar el clima de manera integral y conjunta. No existe una organización gubernamental que se dedique a ello y no queremos un gobierno global. El año pasado fue muy importante porque vimos a líderes políticos que querían continuar en esta línea. Ahora, toca definir cómo llevarlo a cabo. París atrajo toda nuestra atención, pero en Marrakech hay que desarrollar los mecanismos. No será tan excitante, pero es igual de importante.
¿Son realistas los límites de incremento de temperatura de 1,5º C o 2 ºC que marca el acuerdo?
Son posibles con la tecnología que hemos desarrollado, con el inconveniente de que aún no entendemos muy bien cómo van a reaccionar los sistemas biológicos ante estos incrementos. Lo que hace completamente diferente a nuestro planeta de todos los demás es que tenemos una biosfera que nos da oxígeno y agua limpia, pero estamos matando sus componentes y cambiando sus funciones. No conocemos el resultado de estas perturbaciones, por lo que la crisis de la biodiversidad es al menos tan importante como la del clima.