Investigadores de Iberdrola Ingeniería y Construcción y ainia centro tecnológico han diseñado nuevos ‘fotobiorreactores’ con intensificadores de luz y temperatura que resultan más sostenibles y económicos que los actuales. Estos dispositivos se destinan al cultivo de microalgas, de gran interés en biotecnología.
La temperatura del agua en el Cantábrico oriental ha aumentado 0,24 ºC por década desde los años '80, un incremento que sube hasta 0,33 ºC en verano. En los últimos 30 años la temperatura del agua ha ascendido casi 1 ºC de media estival, lo que, unido a otros factores derivados del cambio climático, está provocando cambios significativos en la vegetación marina. Así lo ha determinado el estudio publicado en la revista Estuarine, Coastal and Shelf Science.
Trabajos de seguimiento de las poblaciones residuales de laminarias. Foto: José Manuel Rico Ordás
Un reducto de laminarias en la costa asturiana. Foto: José Manuel Rico Ordás
Un trabajo internacional muestra cómo y cuándo un microorganismo fue capaz de generar oxígeno absorbiendo la luz del Sol y hacer una fotosíntesis. El organismo responsable, hace 1.600 millones de años, podría haber marcado el origen de las algas y las plantas.
La biomasa procedente de algas tiene aplicaciones en campos como la energía, con la extracción de aceite para la producción de biodiesel, la farmacia, la cosmética y la nutrición. Pero se trata de un cultivo con un alto contenido en humedad (entre el 75 y el 98%), por lo que es necesario deshidratarlo previamente a su aprovechamiento. Para resolver este problema, un estudiante de la Universidad de Valladolid ha diseñado un secadero de biomasa de algas, que se alimenta de la corriente calefactora producida por la evaporación del agua contenida en las propias algas.
Un equipo de científicos, dirigidos por el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Manuel Maldonado, señala que las esponjas marinas retienen el 88% del silicio del océano. Este elemento, un nutriente fundamental del océano, contribuye a la proliferación de las microalgas, que alimentan a muchos organismos marinos. Además, este mineral favorece la absorción de CO2 por parte de las microalgas.
Las especies exóticas marinas, entre ellas las macroalgas, se expanden rápido, provocan efectos nocivos en las especies autóctonas, y afectan cada vez más a la diversidad de los fondos del Mar Mediterráneo. Algunas especies nativas, como el erizo de mar (Paracentrotus lividus), podrían luchar contra la invasión, pero solo en una fase inicial o cuando las densidades de algas son muy bajas.