Más de medio siglo de experiencia avala a Hispanagar, una compañía de Burgos que procesa algas recogidas en mares de todo el mundo, de España, Portugal, México, Baja California, Marruecos, Chile, Tanzania, Indonesia o Filipinas, entre otros, sometiéndolas a sofisticadas operaciones de extracción. Gracias al tratamiento, obtienen distintos tipos de agar, una sustancia que es utilizada como medio de cultivo en Farmacia, en Bacteriología y en ciertas industrias, y que tiene la propiedad de no interactuar con ningún otro elemento existente a nivel global.
La enzima Rubisco, presente en el proceso de fotosíntesis de las algas, regula su proceso de nutrición, lo que permite a esta especie soportar el aumento de irradiación solar provacada por el cambio climático.
La presencia de grandes cantidades de algas marinas en las áreas costeras puede influir en el clima, según investigadores de la Universidad de Manchester. El estudio recoge que las grandes algas marinas marrones, cuando están sometidas a estrés, liberan grandes cantidades de yodo inorgánico a la atmósfera costera, donde pueden contribuir a la formación de nubes.
Elena Colmenero, ayudante del departamento de Geología de la Universidad de Salamanca, ha participado en una investigación que ha publicado la revista Science acerca de cómo afecta el dióxido de carbono (CO2) a un tipo de algas microscópicas denominadas cocolitóforos. El novedoso estudio, de la Universidad de Oxford y el Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido, indica que con un aumento de CO2 se incrementa a su vez la calcificación de la cubierta exterior de estas algas, al contrario de lo que ocurre con los corales, que tienden a desaparecer.
Algas dañinas se aprovechan del cambio climático