La ausencia de agua en el ambiente afecta más a la tolerancia térmica de las lagartijas que la falta de comida, según un estudio liderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Los autores recalcan que los efectos de las sequías en la supervivencia de las especies terrestres frente a la crisis climática se han estudiado cinco veces menos que los del aumento de la temperatura.
La desaparición de la megafauna prehistórica al final de la última Edad de Hielo se había atribuido a la expansión de los primeros humanos por todo el mundo. Sin embargo, el análisis del genoma del rinoceronte lanudo demuestra que esta especie, en realidad, se extinguió por el cambio climático de aquella época.
Investigadores de la Universidad de Granada y el Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social de Tarragona logran reconstruir la evolución del hábitat y del clima en el que desarrollaron sus vidas los primeros grupos humanos que habitaron en Orce (Granada), los más antiguos del continente europeo.
Un equipo internacional de científicos, en el que participa la Universidad de Granada, advierte de la necesidad de preservar los parásitos, organismos esenciales para mantener la estabilidad de los ecosistemas. Los investigadores proponen un plan de conservación para los próximos diez años.
Un estudio indica que la reducción de las banquisas árticas fue tres veces mayor en verano de 2018 que hace 40 años, derritiéndose a un ritmo del 12,8% cada década. El trabajo conecta este deshielo con fenómenos climáticos como El Niño que se perciben en las zonas tropicales.
Un grupo de investigadores del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) ha presentado un nuevo modelo para predecir las concentraciones de isopreno en el océano Antártico, que se basa únicamente en datos de satélite.
El año 2019 fue el segundo año más cálido en el mundo y el más cálido en Europa. En España, desde los años 60, la temperatura ha aumentado 0,3 ºC cada década. De hecho, cinco de los seis años con mayores temperaturas se han registrado en esta última década. Estas son algunas conclusiones del primer informe anual del estado del clima de la AEMET.
Las costras biológicas, compuestas por comunidades de organismos que viven en la superficie del suelo, pueden mitigar los efectos inducidos por el aumento de temperatura y la disminución de lluvia sobre la disponibilidad de metales en el suelo. Así lo demuestra un experimento de campo de siete años de duración en el que participa la Universidad Autónoma de Madrid.
Científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales han estudiado el comportamiento de varias poblaciones de esparceta, una leguminosa que es capaz de vivir en distintos grados de humedad y temperatura. Sus observaciones indican que es capaz de cambiar según las condiciones ambientales.
Un estudio internacional, con participación de la Universidad de Córdoba, ha analizado 54 líneas de trigo mejoradas genéticamente para determinar cuáles responden mejor a las altas temperaturas. En total, 10 genotipos toleraron el estrés por calor y pudieron producir 2,4 toneladas de trigo por hectárea.