Cráneo de pericú analizado en el estudio. / Cristina Valdiosera
Los Homo heidelbergensis vivieron en la Sierra de Atapuerca hace unos 400.000 años. / José Antonio Peñas (Sinc)
El calentamiento de las temperaturas provocó a finales de Pleistoceno la desaparición de especies como el mamut. / Wikipedia
El cangrejo rojo (Procambarus clarkii), el lucio europeo (Esox lucius) o el perca sol (Lepomis gibbosus)son algunas de las especies que han sido introducidas en las aguas españolas. Las invasiones biológicas de este tipo provocan una reducción de la abundancia y diversidad de especies acuáticas. Un equipo de científicos españoles ha valorado el impacto de estas especies que afecta sobre todo a los peces, el zooplancton y las plantas acuáticas.
Un nuevo estudio revela que las grandes desapariciones de la megafauna hace entre 60.000 y 12.000 años se produjeron en los períodos de calentamiento del clima y no durante las grandes oleadas de frío, como se creía hasta ahora. Gracias a los análisis cruzado de ADN de restos fósiles con una nueva escala de temperaturas de la época, los científicos recalcan la importancia de los cambios meteorológicos, frente a la actividad humana, que influyó, pero en menor medida.
La aparición de un nuevo fósil en Nova Olinda (Brasil) confirma que, en su origen, las serpientes tenían cuatro extremidades –dos anteriores y dos posteriores– con dedos. Tetrapodophis amplectus vivió durante el Cretácico Inferior (hace entre 146 y 100 millones de años) en las madrigueras del antiguo bloque continental llamado Gondwana.
Un equipo internacional, dirigido por el Museo Nacional de Ciencias Naturales, ha comprobado que la diversidad de especies y su abundancia en el río Amazonas está determinada por la calidad de las áreas inundables y la distancia a la que se encuentran las masas forestales, así como por la cantidad de oxígeno disuelto en el agua. El estudio insta a conservar las zonas inundables, ya que la pesca es un recurso esencial para las comunidades humanas que viven a lo largo de los ríos tropicales.
Solo el 3% de todas las aves es capaz de ver de noche, un comportamiento que caracteriza al kiwi –una especie en peligro de extinción, endémica de Nueva Zelanda–. La secuenciación de su genoma, el mayor realizado en pájaros, ha permitido explicar las razones de esta adaptación al mundo nocturno.
Humedales del Parque Nacional de Doñana. / Dospunto zero