El apagón que afectó este lunes a la península ibérica evidenció la fragilidad de un sistema eléctrico cada vez más complejo. La mayor penetración de las energías renovables obliga a repensar cómo operamos y protegemos una infraestructura crítica.
Tanto el operador eléctrico como el Centro Nacional de Inteligencia y el Instituto Nacional de Ciberseguridad han indicado que no hay evidencia hasta ahora de intrusión en los sistemas informáticos como causa del apagón del lunes en la península ibérica. Por su parte, el presidente del Gobierno ha anunciado la creación de una comisión técnica de investigación y ha subrayado que se mantienen abiertas todas las hipótesis.
En la jornada del 28 de abril de 2025 se ha vivido una imagen inédita: España ha colapsado por la caída de su sistema eléctrico. Las probabilidades de que este hecho ocurriese eran extremadamente bajas.
Tras una jornada marcada por un apagón sin precedentes, el sistema eléctrico peninsular se aproxima a la plena normalidad. A primera hora de este martes, Red Eléctrica informaba de que prácticamente se ha restablecido el suministro energético, en una recuperación que se produce tras la desconexión repentina de 15 gigavatios de generación eléctrica en apenas cinco segundos, un incidente aún bajo investigación.
Hasta ahora se necesitaban temperaturas extremadamente bajas para alcanzar la superconductividad, la capacidad de algunos materiales para conducir la corriente eléctrica sin resistencia ni pérdidas de energía, pero investigadores de la Universidad de Rochester (EE UU) lo han logrado a 15 °C con un compuesto de hidrógeno, azufre y carbono, eso sí, a altas presiones. Es un nuevo avance hacia los ansiados sistemas eléctricos de eficiencia perfecta.
Por efecto del cambio climático subirán las temperaturas y el nivel del mar, pero las luces y los aparatos eléctricos continuarán encendidos en los países con altas capacidades en energía solar y eólica. Así lo pronostican investigadores de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) tras valorar el impacto que tendrá el cambio climático durante el siglo XXI en un sistema eléctrico europeo basado en estas fuentes renovables.
En septiembre de 1859, una gran erupción solar causó la tormenta geomagnética más violenta conocida hasta ahora, llamada la fulguración de Carrington, que anuló los sistemas de telegrafía de la época. En la actualidad, satélites, líneas eléctricas, transportes y sistemas de comunicación y posicionamiento son algunos de los recursos tecnológicos que podrían colapsarse a causa del impacto de las tormentas geomagnéticas sobre la Tierra. Un nuevo trabajo mejora las predicciones de la vulnerabilidad de la red española de transporte eléctrico.
Ingenieros de la Universidad del País Vasco han analizado la respuesta de las lámparas más eficentes energéticamente debido a las variaciones eléctricas. Los resultados revelan que no son tan inmunes como se pensaba a las fluctuaciones, e incluso, en algunas ocasiones su sensibilidad es mayor que la de las tradicionales bombillas incandescentes.
Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona serán los primeros usuarios del sincrotrón ALBA. El equipo estudiará las propiedades magnéticas de nanopartículas que se incorporan a materiales superconductores para mejorar sus propiedades, una investigación orientada a incrementar sustancialmente la eficiencia de la red de distribución eléctrica.
La forma en que vivimos se apoya sobre una robusta, pero no infalible, malla eléctrica, que desde la Revolución Industrial se ha fijado en el paisaje. Pero el entretejido que cubre el país está a punto de vivir otra revolución, esta vez impulsada por las fuentes de energía renovables y por la llegada del coche eléctrico. Y para que la red pueda resistir a los cambios que vienen, organismos de investigación y empresas de todo el país se aplican en investigar, desarrollar e innovar.