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Los resultados de un estudio, liderado por ISGlobal, muestran que el O3 procedente de fuera de las propias fronteras nacionales contribuyó al 88,3 % de las muertes atribuibles a este contaminante en 35 países europeos. Los autores señalan que los efectos perniciosos de este contaminante se están agravando por el calentamiento global.
Investigadores españoles han observado cómo residir alrededor de zonas verdes y con exposición reducida al tráfico conduce a un menor riesgo de problemas cardiovasculares a medio plazo. Algunos de los beneficios parecen ser más notorios en personas con bajos ingresos y en mujeres.
Los efectos adictivos de este opioide están controlados por dos vías neuronales distintas en el cerebro, según un estudio en ratones publicado en Nature. Este conocimiento podría ayudar al desarrollo de tratamientos para reducir la grave crisis sanitaria ocasionada en EE UU por esta sustancia, un problema que todavía no ha llegado a España.
El mayor efecto de las altas temperaturas se observa en los bebés y mayores de 85 años, así como en las personas con trastornos metabólicos y relacionados con la obesidad, insuficiencia renal, infección urinaria y sepsis, según un estudio que analiza los datos de más de 11,2 millones de entradas entre 2006 y 2019.
Desde 1990 y hasta 2019, más de 150.000 personas murieron debido a las olas de calor, según el primer mapa global que relaciona decesos y altas temperaturas. Otros tres nuevos artículos inciden además en la mayor vulnerabilidad de las personas mayores y las mujeres, y en cómo el verano de 2023 fue el más cálido de los últimos 2000 años.
El sur de Europa tiende a verse más afectado por las enfermedades relacionadas con el calor, las que transmiten los mosquitos, la inseguridad alimentaria, la sequía y los incendios forestales. Así lo señala un estudio de The Lancet Countdown, dirigido desde el Barcelona Supercomputing Center, donde se apuntan mayores efectos en mujeres y en las comunidades más desfavorecidas.
Dificultades de regulación emocional y ciertos déficits cognitivos, así como cambios en la actividad cerebral. Estas son las consecuencias del consumo excesivo de esta sustancia en la juventud, según un nuevo estudio que plantea también factores de riesgo de una posible futura adicción.
Un nuevo estudio revela que las personas que soportan abusos y desatención en la infancia pueden tener tres veces más probabilidades de ingresar en un hospital por trastornos relacionados con el consumo de alcohol y otras sustancias a la edad de 40 años, en comparación con las que no sufren estos daños.
Un estudio, llevado a cabo por investigadores del Instituto de Salud Carlos III, concluye que la introducción en nuestro país en 2015 de la inmunización de embarazadas frente a esta enfermedad ha permitido reducir las tasas de hospitalización y la duración de los ingresos hospitalarios en menores de 3 meses.
Ambos factores pueden ayudar a superar los déficits de función pulmonar en la primera infancia, con importantes implicaciones para la salud respiratoria a largo plazo, según un nuevo estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona.